“Nos hacemos viejos cuando pensamos en que nos hacemos viejos”, es una frase del primer disco en solitario de Joe Crepúsculo "Escuela de zebras", que se establece sin quererlo como a priori interpretativo a la hora de escuchar "Disco Duro".
Después de haber colaborado con Podemos, Novedades Carminha, La Bien Querida o Tomatito, es inevitable cuestionarse si la juventud de un artista y su frescura pueden mantenerse álbum tras álbum. Más todavía si nos lo planteamos con el octavo disco de un artista. Ahora bien, todo esto parece preocuparle poco al catalán, quien quizás -siguiendo su propia máxima y sin pensarlo- haya logrado construir algo todavía efectivo y fresco que no tiene nada que ver los viejos o el miedo a envejecer.
Si bien es cierto que canciones como "El dicho" –compuesta por Gabriel Pascual Nieto– despistan al principio, la mezcla de pesimismo que desprende "Rosas en el mar" –compuesta por Aaron Rux- o las emociones encontradas que revela "Familia y cigarros", hace concluir que Joe Crepúsculo bromea haciendo algo muy serio. Así, la ironía y el sentido del humor de "Pisciburguer" contrasta con la cara más despiadada del artista en "Demonio con piel de cordero", para la que cuenta con la compañía de Soledad Vélez.
Y es que "Disco Duro" es un trabajo tan bailable como reflexivo. Un disco que se canturrea, se escucha o se baila. Un trabajo que puede sonar tanto en un after a toda pastilla como el equipo de nuestras habitaciones. En definitiva, "Disco Duro" de Joe Crepúsculo es versatilidad y pop.
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