Tecno realista

La vida moderna es basura, que decían Blur a principios de los noventa. Pues ni te cuento ahora mismo. Es precisamente la sombra de Damon Albarn y los suyos lo primero que me viene a la cabeza cuando suena “Donam’m quelcom”, aunque no sea una referencia obvia ni posiblemente consciente para Joan Colomo, tal y como me dijo hace poco en entrevista para este mismo medio. El turbocapitalismo depredador, la basura espacial, la enfermiza dependencia tecnológica, el calentamiento global o la gentrificación de nuestras ciudades vuelven a copar la temática de las canciones del músico de Sant Celoni (Barcelona), pero no lo hacen desde el cortavenismo, la pesadumbre o la denuncia panfletaria de tres al cuarto, sino con dosis de chispeante ingenio y saludable sentido del humor. Con el tacto doméstico de ese pop electrónicamente casero tan marca de la casa. Aunque con su adelanto, la acústica “Tot és molt difícil”, pareciera querer jugar al despiste.

Lejos, lejísimos ya de las claves explotadas por Zeidun o The Unfinished Sympathy, el octavo álbum de Colomo brilla con fuerza en la radiante “Extinció final” (gran melodía, la mejor canción del disco), se arrima al vodevil en “Filles d’internet”, flirtea con el ritmo de la bossa nova en “Brossa nova espacial”, perfila un extraño baladismo galáctico (pienso también en Sisa) en “Geoenginyeria”, apunta a un synth pop que podrían firmar los últimos Ladytron en “La síntesi” y se pone en modo espídico con la veloz “El ball”. Todas destilan la extrañeza de quien divisa nuestro maltratado planeta desde el exterior, asumiendo la óptica del extraterrestre perplejo ante nuestra estupidez como especie. Qué remedio. El músico catalán destila ese enfoque en un puñado de cortes que se digieren con la misma desenvoltura – aparentemente, porque en la letra del primero ya nos advierte de que no es tan fácil – con la que fueron compuestos. No marca un hito respecto a anteriores trabajos suyos, pero perfecciona su lenguaje.