Hay que ver lo bien que le sientan a Mark Kozelek los trabajos en colaboración. Si hace tres años ya deslumbró con sus últimas dos alianzas, interactuando con la electrónica de alcoba de Jimmy Lavalle o con el folk instrumental y miniaturista de Desertshore, ahora vuelve a hacer lo propio con el shoegaze de ribetes industriales del británico Justin Broadrick (Jesu, Godflesh), aunque sea su personalidad la que -una vez más- se imponga y acabe arrimando el ascua a su sardina. Larvado desde hace un par de años, este disco refuerza su sesgo confesional (en “Last Night I Rocked From The Room Like Elvis And Had Them Laughing Like Richard Pryor”, por ejemplo, lee una carta de un fan de Singapur) con composiciones rocosas y exultantes, entre un escalofrío eléctrico que recuerda a Codeine (“Good Morning My Love”), el arañazo de Crazy Horse (“Sally”) o la indagación paisajística (“Beautiful You”). Los cameos vocales de Will Oldham, Rachel Goswell o Isaac Brock quedan, por cierto, en simple anécdota.
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