Pity/Piety

Hablar de Jesu es hacerlo del proyecto más longevo, tras Godflesh, del incansable Justin Broadrick, el gran alquimista de los caminos que llevan del pulso electrónico al metal industrial, pasando por el slowcore o la rabia Illbient de Techno Animal, uno de sus proyectos más demoledores.

En el nuevo trabajo de Jesu, Broadrick se ha ceñido a presentarnos dos partes de una misma criatura, que va cambiando de diferentes movimientos a lo largo de los treinta y cinco minutos de duración que componen esta sinfonía de belleza y contundencia post-metal, a partes iguales. Eso sí, esto último más cercano a los Low más agresivos que a Godflesh.

A lo largo de todo el metraje, el de Birmingham se gusta tirando de su fondo armario personal, lo cual fluye en un encadenado estilístico donde, precisamente, somos espectadores de las diferentes cosechas estilísticas mencionadas anteriormente, con especial énfasis en la materia prima slowcore, de la cual extrae momentos de belleza realmente subyugante en el prístino espectro shoegaze con el que se lanza hacia el tramo final de tan homogénea experiencia por diferentes metamorfosis de su múltiple personalidad creativa.

Las líneas maestras que engarzan la lentitud sepulcral de los primeros Red House Painters se funde con la distorsión post tan característica de su impronta sonora. Desde luego, no es ninguna casualidad que Broadrick se aliara con Mark Kozelek en los memorables “Jesu/Sun Kil Moon” (16) y “30 Seconds To The Decline Of Planet Earth” (17); sin duda, dos de los álbumes más infravalorados de la pasada década. Y es que, en cierta manera, sobre todo en el segundo bloque de “Piety” da la impresión de que la voz de Kozelek va a hacer acto de presencia en cualquier momento.

Más allá de esta sensación permanente, lo que nos proporciona este álbum son algunos de los momentos más inspirados en la trayectoria, inabarcable, de Broadrick. Un nuevo triunfo que no debería pasar inadvertido. Y ya van…