Cuando en 1988 se formaron The Traveling Wilburys con la presencia de Bob Dylan, George Harrison, Roy Orbison, Tom Petty y Jeff Lynne, servidor contaba con doce añitos y empezaba a conocer quien eran aquellos tipos que sonaban tan bien. Pasarían un par de años hasta que mi dylanismo me llevara a meterme más en aquel proyecto y a disfrutar de lleno de Pety y Orbison, y sus respectivas carreras. A Harrison lo controlaba algo más gracias a los discos de The Beatles que corrían por casa de mis padres –el rojo y el azul, claro– pero de Lynne ni idea. Intenté entrar en la Electric Light Orchestra y no lo conseguí. Y por ello le cogí manía. En mi opinión era el culpable de la parte más sosainas de los Wilburys, y cuando Petty editó “Into The Great Wide Open” en 1991, el responsable también de estropear sus canciones. Un parecer que, por cierto, ha cambiado. Porque ahora aquel disco me parece una obra maestra y algunos de la ELO también.
El nuevo trabajo de Lynne es este que firma con su nombre y el de su banda, igual que lleva haciendo un tiempo, a pesar de que esta brilla por su ausencia. Porque Jeff se encarga prácticamente de todo. Compone todos los temas, canta y toca guitarra, bajo, piano, teclados, batería y hasta el vibráfono. Solo permite la aparición del ingeniero Steve Jay con su percusión puntual y un solo de piano de su amigo Richard Tandy en “One More Time”. El resto es un Juan Palomo en toda regla. Pero es que lo cierto es que no le hace falta nadie. Porque el disco es impecable. Manteniendo esa sensación que siempre tiene uno con Lynne de que si The Beatles hubieran grabado en este siglo sonarían bastante parecido a como él lo hace. Y eso son palabras mayores. Escuchen si no el tema titular, puro George Harrison, aunque en otros como “Down Came The Rain” el que se nos aparezca sea el añorado Tom Petty. Hasta “One More Time”, el único tema realmente rápido del disco, funciona bien. Espléndido.
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