Javier Álvarez vivió su infierno personal con las drogas hasta hace unos pocos años. Su vía crucis nos privó de vivir la esperada evolución de un sastre de la liturgia pop que, después de casi una década sin noticias suyas, ha tenido tiempo de fraguar un retorno esplendoroso, donde canciones autobiográficas como "En la cuarta" nos abren de forma elocuente las páginas de su diario personal.
Donde otros caerían en el primer plano de la palabra, olvidando el duende instrumental, Javier ha tejido una suerte de coreografía pop-folk donde, más que recordar al rezumar hogareño de sus primeros álbumes, lo muestra pleno de curiosidad a la hora de abordar el lenguaje rap en" Tuno" o esa pequeña matrioska pop que es "Mi querida señorita". El resto del repertorio también navega sobre aguas de boyante inquietud artística. Canciones donde la sencillez aflora desde la persistencia de encontrar ese giro melódico o detalle que otorga autonomía a la canción.
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