A principios del Siglo XXI el indie rock y el pop vivían en mundos totalmente separados, a la gente que le gustaba Wilco no le gustaba Britney Spears y los que escuchaban a esta última no habían oído hablar nunca de los primeros. Dos décadas después, los muros entre ambos mundos han caído definitivamente como se puede comprobar en este notable “Jubilee” en el que Japanese Breakfast funde con éxito la sensibilidad indie y las melodías más pop, como si ABBA hubieran publicado todos sus discos en 4AD.
Michelle Zauner llevaba cuatro años de silencio tras “Soft Sounds From Another Planet”, aunque no es que hubiera estado ociosa, habiendo publicado sus exitosas memorias "Llorando en H Mart" este mismo año. También habría que decir que este "Jubilee" ya estaba preparado hace tiempo pero que Zauner no quiso publicarlo en plena pandemia ya que, por primera vez en su carrera, la alegría sustituye a la tristeza como principal fuente de inspiración.
“Paprika” abre el disco con unos inquietantes sintetizadores y la voz de Zauner, hasta que de repente van entrando nuevos instrumentos, una batería, los coros pop doblados de la propia artista y, finalmente, unos gloriosos vientos y cuerdas, en cuyos arreglos también ha metido mano. Es un inicio por todo lo alto, una declaración de intenciones: después de cuatro años ha vuelto por la puerta grande. Le sigue el que ha sido el primer adelanto del disco, la irresistible "Be Sweet", un himno pop ochentero que deja claro desde el principio que las influencias de este disco no pueden ser más variadas, con un pie en la disco y otro en el garaje de su casa. Para demostrarlo, tras las bolas de espejo de "Be Sweet", llega "Kokomo, IN" una canción que podría haber cantado perfectamente Hope Sandoval en un disco de Camera Obscura. Y luego aparece "Slide Tackle" que parece sacada de una reedición deluxe del "Kaputt" de Destroyer, con esos solos de saxofón que también recuerdan, de nuevo esa dualidad, a la Carly Rae Jepsen de "Run Away With Me".
El punto de inflexión del disco se alcanza con la atmosférica "Posing In Bondage" en la que deja claro que, si bien este es un disco más alegre que los dos primeros, no se le ha olvidado de dónde viene: "el mundo se divide entre dos tipos de personas, aquellos que han sentido dolor y aquellos que todavía tienen que sentirlo".
“Savage Good Boy” fue el tercer y último sencillo de presentación del disco y es una gema pop con una de las melodías más adictivas de todo el disco, unida a una ácida letra sobre un tipo que quiere ganar tanto dinero que "ya no quede más por hacer" (quizás sea la canción que Grimes le debería cantar a Elon Musk) y un final con un solo doblado que suena como si Brian May se hubiera pasado ese día por el estudio. Al final del disco, la alegría de la primera cara es aplacada finalmente por una fina capa de nostalgia. “Tactics” es una preciosidad de pop de cámara con un magnífico arreglo de cuerdas que acaricia la melancólica melodía y prepara para el final con "Posing For Cars", la canción más larga del disco con más de seis minutos. Es un brillante final y la pieza más indie rock de todo el disco, con un inicio de guitarra folkie que da paso a una coda guitarrera tipo The War On Drugs.
En definitiva, este “Jubilee” es un disco con una producción magnífica, unas cuantas grandes canciones y una artista capaz de hacer un álbum que guste por igual a los fans de Liz Phair y a los de Dua Lipa.
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