Michelle Zauner lleva grabando música como Japanese Breakfast desde 2013, cuando formó ese proyecto de forma paralela a su primera banda, Little Big League. Tras dos trabajos muy interesantes consiguió el éxito y la repercusión con el tercero, "Jubilee", una especie de respuesta optimista al dolor que sufrió tras perder a su madre por cáncer, algo de lo que habló en el también exitoso libro autobiográfico "Crying in H Mart". De repente Zauner se vio nominada a los Grammy, con su libro siendo adaptado para una posible película, críticas excelentes y comenzó a sufrir el síndrome del impostor, pensando que no se merecía nada de aquello.
En vez de apresurarse a sacar una continuación de "Jubilee" Zauner se metió en otros proyectos, la banda sonora de un videojuego, la adaptación del guión de "Crying in H Mart" e incluso se retiró s Corea del Sur, el país de su madre para alejarse de todas las miradas. Esa retirada de los focos de esa minifama ha resultado ser muy provechosa, ya que Zauner vuelve con un notable cuarto disco, "For Melancholy Brunettes (& Sad Women) (Para morenas melancólicas y mujeres tristes)", que no es ni mucho menos una continuación de "Jubilee" sino una cosa distinta. Aquí no hay sencillos claros y bailables como "Be Sweet" sino un disco de esos que se disfrutan mejor en modo inmersión, de principio a fin. Lleno de citas literarias y reflexiones sobre la vida, el arte y la fama rodeadas de la producción más lujosa y cuidada de su carrera, cortesía de Blake Mills, conocido por sus trabajos con Fiona Apple, Perfume Genius y Bob Dylan.
Los dos adelantos del disco, "Orlando In Bloom" y "Mega Circuit" ya dejaban ver por donde va este disco pausado y relajado, a medio camino entre el pop de cámara y el folk indie, con algunas otras pinceladas como esa vuelta al shoegaze del final de la maravillosa "Honey Water".
"Picture Window" es lo único medianamente movido del disco, más allá del final de "Honey Water", pero también está impregnada de melancolía y pedal steel... Precisamente esas guitarras de aroma country nos avanzan una de las sorpresas del disco, un dueto clásico country rock con el mismísimo Jeff Bridges. La ajada voz del actor sirve de contrapunto perfecto para la dulce voz de Zauner, en otro de los grandes momentos del disco.
Aunque creo que todavía es mejor la redonda "Winter In L.A.", una maravilla de pop de cámara con una cuidada una producción tipo Phil Spector, incluido ese ligero sonido de castañuelas, que acompaña a la perfección a la voz de Zauner. El final sigue por los mismos derroteros, una sencilla acústica y un acompañamiento de cuerdas barroco, llamado "Magic Mountain", como la novela de Thomas Mann, que da la clave de un disco muy literario cuya clave puede que sea ese "Life is sad but here is someone (La vida es triste pero aquí hay alguien)" de la primera canción, un sentimiento que viene con la sombra de este otro con el que la propia Zauner presentaba el disco "el miedo a querer tanto a alguien que presagias su pérdida".
"For Melanchly Brunettes (And Sad Women)" ve a Michelle Zauner olvidarse de esa explosión de júbilo y alegría que fue su último disco y volver a sus tópicos de siempre, pérdida, dolor, memoria, desamor y añoranza. Pero en 2025 ya no es una indie medio desconocida que graba sus discos en el sótano, este es su primer disco grabado en un estudio de verdad (en concreto el mítico Sound City), sino una artista madura que cuenta con muchas más herramientas a su disposición y que en vez de indie rock o shoegaze ahora opta por expandir su paleta con indie folk, country rock o chamber pop. Pero más allá de sus ropajes, sus maravillosas melodías siguen ahí, sinuosas, delicadas y melancólicas, aunque contradiciendo a su título valen para morenas, pero también para rubias, castañes, pelirrojos, calvos y todas las variedades de pelo y género.
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