El cuarto y último disco de Japandroids, "Fate & Alcohol", es la traslación musical de ese momento vital en la vida de cualquiera en el que decides que los días de vino y rosas de la juventud han quedado atrás y te apetece quedarte más en casa con la familia que seguir machacándote un hígado que hace tiempo que está emitiendo señales de alarma. Pero entonces piensas que hay que despedirse por todo lo alto de la noche y el alcohol... Lo malo es que esa noche en este disco no termina siendo tan mítica como recordabas e incluso te ves a ti mismo mirando el reloj un par de veces pensando en marcharte antes de que la resaca del día siguiente sea dolorosa.
El caso es que el guitarrista Brian King y el batería David Prowse han decidido separarse y sacar un disco de despedida para sus fans, pero ni siquiera lo van a presentar en directo, lo que siempre ha sido uno de sus fuertes. Nunca han sido especialmente prolíficos, desde su formación en 2006: hasta ahora han sacado cuatro discos, un disco cada cinco años, pero entre ellos está el imprescindible “Celebration Rock” con el que estos canadienses se convirtieron en algo así como los mejores herederos de The Replacements en el siglo XXI, una banda que compartía su amor por el rock clásico de un Springsteen con el punk rock más trepidante.
Su disco más aclamado se abría y se cerraba con fuegos artificiales y entre medias el contenido estaba a la altura, rock adrenalínico a todo volumen, con bailes, sudor, alcohol, sexo, drogas y rock & roll sin complicaciones, ni aditivos. Su continuación “Near To The Wild Heart Of Life” buscaba ampliar sus horizontes musicales y, sin llegar a las cotas de “Celebration Rock”, también estaba muy bien. Con este “Fate & Alcohol” vuelven a la intensidad de su segundo disco, sin aliento, hedonista y melancólico, pero con un punto de vista más maduro. Pero las canciones no golpean tan fuerte o tan inmediatamente como entonces.
King y Prowse han querido seguir aquello que cantaba Neil Young de que es mejor quemarse y desaparecer rápidamente que ir oxidándose lentamente, pero la pira final no ha resultado tan espectacular como imaginaban. Hay buenas canciones como el final con "All Bets Are Off" o la intensa "Fugitive Summer" pero ninguna llega a la intensidad extrema de un "The Nights Of Wine Of Roses" o "The House That Heaven Built".
Brian King se muestra más reflexivo que nunca, ya dijo que llevaba un año sobrio y estaba esperando ser padre. La vida es otra cosa ya para él que una nueva carretera, otro bar, otra chica u otro concierto al que llegar. Este “Fate & Alcohol” debería haber sido el último baile de los Japandroids pero ha quedado en una despedida en la que te pasas más tiempo rememorando los días de gloria que creando nuevos recuerdos perdurables.
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