Cinco años largos habían pasado desde el excelente "Dirty Computer", el disco que cerraba la excelente trilogía que completaban “The ArchAndroid” y “The Electric Lady” y se despedía para siempre de Cindi Mayweather. Ahora Janelle Monáe regresa con su cuarto trabajo, “The Age Of Pleasure”, su trabajo, curiosamente más impersonal y menos variado.
Curiosamente ahora que ya ha dejado atrás a ese androide en el que cabían Prince, Bowie, The Jackson 5, Stevie Wonder, Outkast o Janet Jackson, Monáe se ciñe a los placeres del cuerpo y se olvida de la mente, en un disco más corto y con menos estilos de a lo que nos tenía acostumbrados, centrándose en el reggae y la música disco, y entregando su colección de canciones menos esencial. Un buen disco, eso sí, lo que pasa es que viniendo de la autora de “The ArchAndroid” y “Dirty Computer” suena a pequeña decepción.
“Float”, el primer adelanto, abre el disco con los vientos al frente de Seun Kuti y Egypt 80, que serán muy protagonistas en todo el disco, así como la confianza en sí misma y los cantos sobre liberación y placer, principalmente el único tema del apropiadamente titulado, “The Age Of Pleasure”. Con un tono reggae y relajado, Janelle flota como el agua, otro elemento muy importante a lo largo del disco, con la cantante haciendo suya esa filosofía de Bruce Lee de no tener forma y fundirse con el entorno, "sé agua, mi amigo". Al final la canción finaliza como una de esas tórridas slow jamz, dejando claro que la sensualidad y la carne van a ser clave en el disco.
La sigue "Champagne Shit", con un riff funky sobre un ritmo reggae, mientras Janelle medio canta, medio rapea, sobre los omnipresentes vientos. Una canción no definida por la forma o el estribillo sino por el groove. Algo que continúa con el primero de los interludios musicales, “Black Sugar Beach”, con los vientos en primer plano. A continuación llega “Phenomenal” que deja claro que se ha escuchado “Renaissance” de Beyoncé incontables veces. Es la canción del disco más orientada a la pista, aunque se queda un poco corta, sonando más a descarte de aquel disco que al ‘jitazo rompepistas’ que aspira a ser.
“Haute” sigue por los mismos derroteros que la anterior, Janelle se siente sexy y lo refleja en una canción, nuevamente, con unos vientos en primer plano, subida de tono pero corta en estribillo. Se acaba en un suspiro y da paso a otro de los intermedios, un reggae calmado sobre el que Grace Jones recita en francés sobre unas cuerdas sensuales. El ritmo reggae se acelera un poco para "Lipstick Lover", el segundo adelanto del disco. Parecía que iba a ser la invitación a la fiesta caliente de Janelle pero resulta que era la canción más interesante del disco
En “The Rush” vuelve a cantar sobre los placeres de la carne, lo hace de maravilla en una canción que, por sonido y espíritu, podría haber aparecido en el último disco de Kali Uchis y que cuenta con una gran aportación a cargo de Amaarae. “The French 75” es el último de los intermedios del disco, un acercamiento al dancehall que nos lleva a otro de los puntos álgidos del disco, "Water Slide", una canción en la que Janelle se encuentra a sí misma tan follable que se lo haría consigo misma. Bajo un ritmo jamaicano va haciendo comparaciones entre el sexo y el agua. Por fin, un estribillo altamante coreable. Las maravillosas armonías del final también nos recuerdan a una Janelle con las miras más amplias.
Lo mejor de “Know Better” es la línea de saxo a lo largo de toda la canción (junto al resto de vientos con mucho sabor Afro Beat), otro tema sobre bajas pasiones cocinada a ritmo lento. "Paid In Pleasure" es una canción no especialmente memorable en un disco de media hora, algo que no había pasado antes en trabajos mucho más largos. Eso sí, se lo perdonamos cuando aparece otra de las mejores canciones del disco, “Only Have Eyes 4 2”, nuevamente a ritmo de reggae, pero también con un ojo en el R&B y el doo wop de los cincuenta, Janelle cantando de maravilla haciendo referencia al mítico "I Only Have Eyes For You" de The Flamingos. Aquí las armonías son celestiales, qué gran cantante sigue siendo.
El disco se cierra con "A Dry Red", una canción acústica que nos muestra que esta artista es mucho más amplia de lo que ofrece este disco, una obra más cerrada en cuanto a influencias; vientos nigerianos, sonidos caribeños y música disco; en la que, por primera vez, Monáe no suena esencial. No es un mal disco ni mucho menos, pero un siete tras dos sobresalientes y un notable alto sabe a poco...
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