Los arrebatos caóticos y supraviolentos (“Bitter And Then Some”, por ejemplo) contrastan con su capacidad para matizar desde tempos más relajados (“Hell To Pay”), para suscribir las enseñanzas de Robert Fripp (“Thaw” es puro King Crimson) o para abandonarse a la creación sin red (“Jane Doe”, el mal viaje de once minutos que cierra el disco) en una política de tierra quemada que apunta directamente a las entrañas, relegando los órganos de la percepción a meros funcionarios de las sensaciones y exigiendo, al menos en mi caso, una escucha en condiciones de extrema intimidad. Cuando el disco acaba, la náusea permanece, aunque el impulso de las vísceras puede más que el dictado de la razón, y, con la ponzoña dentro ya, aprieto play de nuevo. Estoy perdido, lo reconozco.
A perfect reply! Thanks for taking the trelubo.