Si decimos de un chamán que es aquel capaz de modificar la realidad o la percepción colectiva, James Holden, musicalmente hablando, lo es. Desde sus comienzos, una de las grandes bazas de este inglés ha sido su continua búsqueda de nuevos paisajes sonoros donde los géneros se entremezclan y disuelven. Si echamos los oídos atrás y pegamos una escucha a su primer álbum, "The Idiots Are Winning" (2006), donde ya el trance y el techno de la época se le quedaban pequeños, veremos cómo su música ha ido dejando de lado la pista de baile, centrándose en la repetición y la experimentación constante en búsqueda del nirvana musical. Una experimentación que ha ido in crescendo hasta llegar a este nuevo disco, el tercero en su carrera, en el que acompañado ahora de su banda, The Animal Spirits, actúa de maestro de ceremonias para guiarnos por parajes hipnóticos en los que vuelve a recuperar el gusto por el trance pero transformándolo ahora en algo más salvaje, en lo que él mismo denomina “folk trance”.
El fuego, la luna o la tierra están presentes en el título de las canciones de este disco que abre a modo de introducción el inquietante coro de "Incantation for Inanimate Project", un tema iniciático que precede a uno de los más intensos del álbum, "Spinning Dance", donde destacan la percusión, los coros, y una flauta tribal que parece hablar de bailes alrededor del fuego. En temas como "Pass Through The Fire" o "Thunder Moon Gathering" queda patente la influencia de su colaboración con el artista marroquí Mahmoud Guinia, un músico de gnawa, un tipo de música de origen subsahariano que hunde sus raíces en la espiritualidad y la religión islámica, y que intenta llegar al trance por medio de danzas, cantos y rituales. Una idea que Holden ha reflejado en los nueve temas que componen el disco, todos producidos y mezclados por él mismo, grabados además en tomas únicas, sin edición, pero donde no ha estado solo con sus sintetizadores modulares, sino arropado por los instrumentos de viento y percusión de su banda, con la que consigue llevarnos de la mano por un viaje psicodélico que es aconsejable consumir con los ojos cerrados y la mente abierta.
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