Skid Row

Es posible que este no sea ese primer álbum grabado –literalmente– en un estudio del autor del celebrado "Far Side Virtual" (Hippos In Tanks, 2011) que sus seguidores estaban esperando. Sin embargo, "Skid Row" es el punto y aparte definitivo de una extensa carrera que empezó a tomar senderos más conceptuales y con matices más oscuros allá por la publicación de "NYC, Hell 3:00AM" (2013), el último trabajo que el productor del Bronx lanzó bajo el paraguas del desaparecido sello Hippos in Tanks, y que versaba sobre la cara menos amistosa de las grandes ciudades. En su nueva puesta de largo, Ferraro vuelve a mostrarse permeable con el mundo que lo rodea, haciendo esta vez hincapié en la delicada situación de los ‘sintecho’. Según él, todo comienza tras una estancia en Los Ángeles y a partir de unos poemas que él mismo había escrito después de enfrentarse cara a cara con una realidad que azota cada día a millones de ciudadanos estadounidenses: la enorme brecha social que sigue separando a ricos de pobres en Norteamérica. De ahí, que el título haga referencia al barrio angelino Skid Row, donde se cuenta el mayor número de personas que viven en la calle por metro cuadrado. No sorprende por ello la atmósfera extraña y la profunda deshumanización que respiran estos trece cortes de R&B futurista y tintes neosoul, como si de una declaración de intenciones se tratase (a destacar la soberbia “Skid Row” que da nombre al álbum).

No es la primera vez que este inquieto neoyorquino hace de su compromiso social la médula espinal del concepto de un disco. Su anterior trabajo, el experimental EP War, publicado este mismo año e inspirado en las sensaciones de Ferraro después de su experiencia utilizando el “Bravemind" -un programa de realidad virtual destinado a ayudar a superar las secuelas a veteranos de la Guerra de Irak-, hacía de prolegómeno de esta nueva etapa en la que proliferan paisajes repletos de texturas y capas de sintes capaces de trasladar al oyente a espacios hostiles e inhóspitos (escucha “Street Freaks” o Trash Escalate”). Trece atrezzos para un thriller ochentero de los que Ferraro se sirve para verter su propia crítica sobre unos hechos que siguen siendo más fáciles de explicar con sentimientos que con palabras.