Estamos probablemente atestiguando el año más irregular en la carrera de James Blake, con varios bandazos sin dirección y altibajos muy pronunciados. Primero, el célebre crooner nos intentó convencer de abandonar nuestros servidores de escucha habituales en aras de consumir música a través de medios que fueran más equitativos para los artistas; poco después de vendernos su perfil en Vault, regresó a las plataformas convencionales con su sencillo “Thrown Around” (un muy buen tema de electrónica vintage con denominación de origen) y su EP “CMYK 002”, su particular regreso al techno y al minimalismo. Ahora, el británico une fuerzas con el carismático Lil Yachty en “Bad Cameo” (24), un álbum al alimón en el que simplemente todas las ideas parecen quedarse a medio camino de lo que verdaderamente ambos podrían ofrecernos por separado.
Apenas esbozados y sin un remate especialmente memorable, los diez temas nuevos que Blake y Yachty nos proponen aquí (sin adelantos previos ni grandes fanfarrias mediante) demuestran estar lejos de las expectativas que un combo como el suyo podría generar en el oyente. Por supuesto, la producción es altamente depurada y evidencia sin peros que estemos ante un disco firmado por dos de los artistas más magnéticos de su generación. Pero es precisamente en esos largos intervalos atmosféricos y sedantes (“Bad Cameo”) donde terminamos topándonos con un producto excesivamente lineal y con riesgo de caer en el olvido.
A pesar de que ambos compartan un evidente gusto por la experimentación y el arrojo artístico, no serán tantas las ocasiones que nos brinde este LP de verles saliéndose de su habitual tono, como tampoco veremos maridar sus voces con tanta naturalidad como se desearía. Mientras que en temas como “Save The Savior” o “Midnight” Blake y Yachty confluyen hasta alcanzar una armonía que excuse el sentido de su colaboración, también encontramos cortes en los que cada interlocutor parece avanzar por su cuenta y riesgo (“Woo” o “Transport Me”), demostrando ser más agua y aceite que uña y carne. Superada su redundancia instrumental (salvable en “In Grey” pero tediosa en “Run Away From The Rabbit”) o la ocasional falta de coherencia estética de algunos temas, donde sí vemos a ambos navegar con cierta consonancia es en el trabajo lírico que cada canción esconde, volcando en sus versos sensibilidades compartidas y reflexiones muy veraces y privadas sobre el amor, la intimidad, la fama o sus deseos de vivir en paz (“Red Carpet”). Pues ante todo, la melancolía parece ser el lugar común en el que mejor convergen los imaginarios de ambos.
Tirando de ironía hiriente, cualquier voz malintencionada podría decir que un título como “Bad Cameo” referencia al cuestionable favor que mutuamente se hacen en este indiferente largo colaborativo. Y es que pese al potencial que demuestran varias de las piezas que aquí encontramos, la realidad es que el LP tiene algo de incompleto que no termina de hacerle justicia a las grandes y admiradas gestas de Blake en la pasada década ni a la valentía que el rapero norteamericano nos demostró, por ejemplo, en su reciente “Let’s Start Here” (23). Más voluntad que acierto para un todo de escasa trascendencia.
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