Last Man Dancing
Discos / Jake Shears

Last Man Dancing

8 / 10
Pablo Tocino — 16-06-2023
Empresa — Boys Keep Swinging
Género — Pop

El debut en solitario de Jake Shears vino en un momento personal complicado para él, después de dejarlo con su pareja de varios años, y, aunque contenía momentos uptempo, tenía mucho espacio para las baladas, los medios tiempos, la reflexión y un lado menos fiestero y más del día a día del cantante, sirviendo más como un disco de presentación al margen de Scissor Sisters, que como disco con un concepto en sí. “Last Man Dancing” es todo lo contrario.

En cierta manera, parece una secuela de “Night Work” (10) –y no solo porque “Radio Eyes” parezca una secuela de “Invisible Light”–. “Jake Shears” –el disco– data de 2018, y desde entonces el mundo ha cambiado mucho, pandemia incluida. Algunos cambios han sido radicales y otros quizás estaban ya y se han ido acelerando. “Los clubes más pequeños se han llenado de heteros o han desaparecido, los bares gays parecen bares con toques gays, las megafiestas lo controlan todo... y eso no me gusta, echo de menos la intimidad en la vida nocturna (…) ojalá las cosas no fuesen tan transitorias”, comentaba el artista en declaraciones a The Guardian, explicando que eso le ha llevado a hacer este disco. “Los musicales y los bolos son efímeros, pero un disco existe para siempre, y si echo de menos todo esa vida nocturna, quizás la única manera de reemplazarla sea hacerla yo mismo”.

Vais viendo más similitudes con “Night Work”, ¿no? El tercer disco de Scissor Sisters, producido por un Stuart Price en estado de gracia (en pocos años produjo el mejor disco de los Scissor, el mejor disco de Kylie“Aphrodite”– y, sí, uno de los mejores de Madonna –“Confessions On A Dancefloor”–), se entregaba a la fiesta nocturna y al hedonismo, con un extra de morbo y oscuridad que, eso sí, en “Last Man Dancing” no está muy presente. Pero que se quede un peldaño por debajo no es una mala noticia, al igual que no lo es que “Radio Eyes” no llegue al nivel de “Invisible Light” (si no es la mejor canción pop de 2010 es solo porque “Dancing On My Own” es de ese año); “Radio Eyes” puede ser lo más interesante que Shears y los Scissor han sacado desde entonces, y “Last Man Dancing” el mejor disco que han publicado desde entonces, incluyendo tanto su primero en solitario como aquel Magic Hour con el que la banda dijo adiós.

La primera mitad está llena de temazos pop muy efectivos que combinan italodisco, funk y toques de glam-rock, y similitudes con clásicos como “You Make Me Feel (Mighty Real)” de Sylvester (“Too Much Music”), con el highlight que supone la colaboración de Kylie Minogue (cuyos “ah-ha” parecen un autoguiño a la versión que las hermanas hicieron del “Comfortably Numb” de Pink Floyd) en “Voices”. La noche comienza y avanza, la diversión y las risas continúan, hasta que llega el tema homónimo. Puede que “Last Man Dancing” –la canción– sea un trying-too-hard de marcarse un himno entre la evidente herencia de ABBA, (otra) autoreferencia de “I Don't Feel Like Dancing” e incluso un saxo final... pero el caso es que funciona. Es el broche perfecto a la noche para algunos, o la transición perfecta para quienes no han tenido suficiente; aquí empieza una segunda parte del disco mucho más centrada en la atmósfera, en la que las declaraciones anteriores de Shears cobran mucho más sentido.

La segunda mitad del largo es un viaje en el tiempo, y a la vez una fiesta atemporal en la pista de baile, donde el tiempo se detiene a través de cortes creados junto a Boys Noize (!) y Le Chev, que suceden a Vaughn Oliver y Ryland Blackinton, quienes por lo general se habían encargado de la primera parte. Volverán a coincidir en “Radio Eyes”, pero hasta entonces esto es una absoluta fiesta techno (juraría que hay incluso un saludo a “Espiral” de Dunne en “8 Ball”), a veces instrumental, a veces con la letra justa y los beats tomando el control, a veces directamente con un tema que grita (literal) “diva noventera” como es “Devil Came Down The Dancefloor” (nueva colaboración de Amber Martin tras “Inevitable”) o con Big Freedia haciendo spoken-word sobre tomarse cositas (“Doses”).

“Last Man Dancing” es una fiesta, y su secuencia una maravilla, partiendo del pop putifino para ir bajando cada vez más plantas de la discoteca y llegar a un sótano-éxtasis de house y techno que cerrará con Jane Fonda como invitada de lujo (como lo fue Ian McKellen en “Invisible Light”), y un tema “post” que a priori puede sobrar, pero que tiene todo el sentido. “Diamonds Don't Burn”, que Shears define como “un cruce de James Bond con 'Batman Forever' y los U2 de los primeros noventa”, es una especie de aftermath de la fiesta, con un sonido dosmilero que parece el recuperado por Lorde en “Solar Power” e incluso unas declaraciones de Iggy Pop sampleadas. Un poco horror vacui, un poco camp (aunque a Shears no le guste la palabra) y, sobre todo, como en los mejores Scissor Sisters, un poco genio. Desde luego, Jake Shears puede estar contento de haber conseguido su propósito con este disco.

 

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