Hay algo de hipnótico en el rock experimental de Justin R. Cruz Gallego, conocido artísticamente por el acrónimo J.R.C.G. y militante en Dreamdecay. Quizá sean esas texturas sonoras tan musculadas y consistentes que, colocadas como estructura de la propia canción, chocan de frente (y en contraste) con lo sugestivo del producto. Una fricción llamativa, de aspecto antiestético en una superficie que incita a rascar con la incontrolable intención de descubrir qué hay debajo.
El rock retorcido e inquietante de J.R.C.G. también apunta a sonidos industriales, noise, krautrock o psicodelia, sin descartar el saqueo de otros mundos (exotismo, electrónica, avant-garde, free-jazz o post-punk) para construir el suyo propio desde un laboratorio mágico. Aquel amorfo en apariencia y magnético en consecuencias que confluye en el que es su segundo álbum tras “Ajo Sunshine” (Castle Face, 21), primero tras fichar por Sub Pop. Una obra que se ampara en piezas como “Liv”, “Dogear”, “34”, “Drummy”, “Cholla Beat” o los espléndidos siete minutos finales de “World i”, coproducidas todas ellas por el mismo Gallego y Seth Manchester.
“Grim Iconic... (Sadistic Mantra)” un disco rugoso, agitado, visceral y con innumerables aristas; en ocasiones también ruidoso y extraño, admitiendo el inconformismo creativo como motivo sobre el que basar el peso de la referencia. Un álbum complicado y, por supuesto, alejado de cualquier inmediatez, ataviado con momentos interesantes para oídos inquietos y aficionados a bandas como Gang Gang Dance, Liars, Fuck Buttons, Suuns, Holy Fuck o incluso Animal Collective.
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