Jose
DiscosJ Balvin

Jose

5 / 10
Yeray S. Iborray — 15-09-2021
Empresa — Universal Music
Género — urban

Alguien aquí nos ha estado engañando. No sabemos si J. Balvin, José (auténtico nombre del colombiano) o ambos. El artista, máximo exponente del nuevo pop global, maridaje entre sonidos de vanguardia y ritmos latinos y caribeños que pegó fuertísimo hace ya casi un lustro, ha ido deshojando la margarita álbum tras álbum. Hasta quedarse finalmente sin pétalos. Apostando por la opción más previsible.

Dice José Álvaro Osorio Balvín que este álbum es una muestra de gratitud: a la familia, a la música. A él mismo. Pero la reverencia ha hecho esfumarse la frescura que encandiló al mundo en Vibras (17), un disco iniciático, que cambió el rumbo del reggaeton: discurso musical trenzado con interludios, sin renunciar a los hits, pero sutil; una forma de narrar inédita hasta el momento. Sin chorras largas.

Parece ser que ese no era del todo José. Pues en las muestras posteriores, un mercantilístico Oasis con Bad Bunny (19), un pasable Colores (20), ambicioso en el peor de los sentidos (ínfulas artísticas resumidas en un infantil juego con colores), y sobre todo este “JOSE” han acabado alejando a J. Balvin de mucho de lo que le hizo popular. Hasta resultar irreconocible en algunos aspectos.

Dice el colombiano que está bien. Que la depresión ya amansó. Una alegría narrada en live: J. Balvin fue un auténtico modelo al hablar sobre su salud mental, de los primeros en mostrar su vulnerabilidad en stories y en concienciar sobre su vía de escape, la meditación. Es inconcebible, fuera de un humor que tiene la misma gracia que la falsa modestia, que dedique gran parte del disco a ejercer de rapero vulgar, hablando sobre ego, dinero, fama y otros tópicos del género. Los hay que incluso lo han acusado de machismo, eterno debate y de piel algo fina en este caso, por temas como "Perra" junto a Tokischa.

En lo sonoro, este quinto disco es demasiado reconocible. Y largo. Un plagio a uno mismo. Habíamos escuchado versiones mejores de “In Da Getto” (junto a Skrillex)... ¿“Mi gente”?... Igual con las baladas de Ozuna. “Tenía hasta sesenta temas”, cuenta J. Balvin. Lo dejó en veinticuatro. Suerte: hasta pasado el ecuador no arranca otro “JOSE”.

“7 de mayo”, una redención parecida –o mancillada– de “René” (Residente) inicia otro álbum: con más intención. Arriesgado. Sensible. Como hecho por un artista diferente. “¿Qué más pues?” (Maria Becerra), de bajos saturados; el pop rock humilde de “Otra noche sin ti” (Khalid); o el valiosísimo J. Balvin de “Querido Río”, dedicada a su hijo... Todo mucho mejor que el José-fanfarrón. ¿Y ese final único con la estelar “Un día (One day)” (Dua Lipa, Bad Bunny y Tainy)? ¿Cuál es entonces la esencia de José, la de J. Balvin o al revés? ¿Juega al despiste, anda despistado?

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