Colores
DiscosJ Balvin

Colores

7 / 10
Yeray S. Iborra — 23-03-2020
Empresa — Universal Music
Género — Reggaetón

Es fácil creer que uno conoce a J. Balvin. Como es fácil creer que uno conoce a casi todo el mundo, stories mediante. Pero no, no, pasa más con el colombiano. Él es otro tipo de estrella del pop. Cercano, menudito, sólo excéntrico por su adicción a las zapas, mundano cuando explica sus sufrimientos con la ansiedad, y un devoto de la meditación, es todo menos un divo cretino. Por ello, J. Balvin decidió consultar en sus redes sociales el devenir de su nuevo y esperado disco, “Colores”.

Con cara de preocupación, el colombiano lanzaba el pasado 13 de marzo una pregunta a sus seguidores: “¿Está la gente con vibra para escuchar “Colores”?”. Su compatriota Ronald El Killa, le respondía: “Hay que darle color a esto”. Ganó el sí, de calle, y el reggaetonero publicó su nuevo largo. Y los streams, de lo poco que en estos momentos sigue pujante, le dieron motivos para creer en su decisión. En horas, “Amarillo” sumaba millones de plays. No hacen falta muchas narices para oler el buen feeling de “Colores”.

J. Balvin no ha perdido el flow; “Blanco”, como fanfarronea el mismo tema, camina sin beat. “Azul” es pegona sin caer en lo facilón. Pero “Vibras”, lanzado en 2018, fue un antes y un después en el sonido Medellín y en el nuevo reggaeton global. Sus hondas raíces caribeñas, su ricura jamaicana, el dembow o moombahton coexistiendo, pero a la vez la mirada futurista en las bases tejidas por Sky y Tainy, así como unos interludios rarísimos en el género y el acierto en las colaboraciones (Rosalía poco antes de ser Rosalía), lo hicieron un álbum de época. Casi nada de lo vanguardista está en el último lanzamiento de J. Balvin. Siquiera las colaboraciones, como la del artista de afrobeat Mr. Eazy aportan muchos extremos (“Arcoíris”). En compensación, ha quedado un buen poso para el baile. Incluso en casa.

El mismo J. Balvin explica en “Bienvenidos a colores”, un especial de Spotify, la idea tras el álbum. Lo del juego cromático, le llegó meditando. “Cuando cierras los ojos... A veces se sienten colores”, relata en el vídeo, sentado sobre un cilindro, en un espacio de tonos gélidos. Esos colores evocan, se supone, felicidad, mar, vida o amor en el álbum. Motivos profundos que se evaporan al transmutar en canción. Hasta el punto que sin ese recorrido guiado, es difícil interpretar al colombiano. Incluso la importancia del trabajo con Takashi Murakami, artista japonés creador del movimiento superflat, se difumina. Tal vez tenga un sentido: J. Balvin ha virado hacia un reggaeton de primera escucha. No está el mundo para muchas probaturas.

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