Sobresaliente debut en formato de EP de cinco temas a cargo de Izukari, que a bote pronto no dirá mucho. Así que avancemos pronto que Izukari es un dúo en esencia, formado por Joseba B. Lenoir y Mikel Larratxe. De Joseba poco que añadir a nada que se siga mínimamente la escena vasca. Uno de los mejores y más especiales y versátiles guitarristas, con el label de Bera, curtido en mil batallas, de SextySexers a Mice pasando por su propio proyecto, más Victimas Club, Sumision City Blues, o sus múltiples colaboraciones con Willis Drummond, Petti, Anari, Señor No, Rafael Berrio, Izaki Gardenak, Harat, etc. Además en los últimos tiempos ejerce de técnico, multiinstrumentista y productor en su estudio de Gakobeltz Hit Faktoria de Durana, al lado de Vitoria-Gasteiz.
La sorpresa viene en la recuperación de Mikel Larratxe, o sea Mikel Strangelove, que fuera cantante y letrista de los SextySexers, donde coincidió con Joseba entre 2001 y 2013, periodo en el que dejaron cuatro discos e infinidad de sudorosos conciertos. Mikel aparcó la música para dedicarse a trabajos de diseño para otros músicos como Mice, Sumision City Blues, Willis Drummond o Kokein. También se unión a Psilocybe, la Asociación de Música de Hondarribia, hasta que en 2020 volvió con el grupo Tzar, con los que grabó un par de eps. Ese año pandémico marca también el germen de Izukari y sus nuevas ideas, materializadas junto a Joseba (encargado también de producción y mezclas), más la ayuda de otros destacados músicos, como Felix "Rudiger" Buff en la batería, el bajista de Borrokan Iñigo Telletxea, los teclados de Carlos Noain (Naica o Pinbol), la trompeta de Xiker Salaberria, o la voz y los coros de Borja Alkain, Miren Narbaiza y Ander Mujika. Además Will Borza se encargó del mastering desde Los Angeles.
Situados los antecedentes, digamos que "Ikari lehena" apenas tiene que ver con la velocidad punk desgarrada de SextySexers. Estamos ante algo muy cuidado, muy elaborado y pensado, a base tiempos medios de carácter sinuoso en el que reconocen la intuición como brújula. Rock atemporal que entronca con la tradición lírica de grandes narradores de la profundidad sombría del calibre de Mark Lanegan, PJ Harvey o Nick Cave. Ellos mismos citan también a Jeffrey Lee Pierce, Marianne Faithfull o Rowland S. Howard, que da idea de que conocen perfectamente el terreno que pisan. Las canciones nacen en un mar de aparente tranquilidad para poco a poco ir tomando cuerpo con el pie en el dispositivo de una intensidad natural, sin forzar, al calor de la leña que introducen trompetas, pianos o sintetizadores ondulantes. Las cinco piezas escalan en un nivel alto, y muestran un claro concepto adulto que jamás suena a manido o antiguo, sino más bien a contemporáneo y expansivo, sin caer tampoco en exhibiciones epatantes. Ya andan preparando un segundo asalto, y entre enero y mayo del próximo año desarrollarán unos directos por Euskal Herria que a buen seguro reforzarán la dimensión de una banda a seguir de ahora en adelante.
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