Cerodenero
DiscosIzaro

Cerodenero

8 / 10
Urko Ansa — 16-01-2024
Empresa — Autoeditado
Género — Pop

Si alguien se esperaba que la artista de Mallabia (Bizkaia) iba a pinchar en algún momento, tenemos noticias... Ya han pasado más de siete años desde que publicó su primer trabajo (“Om”, 2016) y hemos de decir que su trayectoria ascendente no tiene visos de que se vaya a ralentizar. El nuevo disco de Izaro es un trepidante viaje emocional, sonoro y conceptual dividido en cuatro etapas, con subidas, bajadas y trallazos llenos de rabia y electrónica. Este disco confirma su talento y su ambición, siempre libre a la hora de crear pero bien direccionada y apuntalada en el aspecto organizativo. Ella es su propia discográfica, y es cantante, compositora, guionista de su documental y también bailarina.

En esta ocasión ha dejado el inglés a un lado para centrarse en el euskera y el castellano en una proporción de siete a cinco a favor de su lengua materna. Se observa cierto parecido ambiental y sonoro con las maravillosas atmósferas de Eason (2018), quizás su mejor disco (al menos antes de que se publicara este), en los siguientes tres temas: La sugerente intro “Zero”, de un minuto de duración; la subsiguiente “Iparraldera”, una bella pieza donde prima el mencionado sonido de atmósferas envolventes, al igual que en “Aguacero”. Tres temas que entusiasman a las primeras de cambio y cuyo acabado es obra del productor Eñaut Gaztañaga y su fábrica de sueños: Gaztain Estudioa de Zestoa (Gipuzkoa).

Se cuela entre las dos últimas “Edzddh (ez dakit zenbat denbora daramadan hemen)”, donde Izaro nos muestra la fuerza de la que es capaz de dotar a sus canciones y supone el preludio de la trilogía electrónica que nos espera a la vuelta de la esquina. El invitado Janus Lester (primera colaboración vocal masculina de su trayectoria si descartamos el disco de colaboraciones Limones de oro -2022-) mete nada menos que treinta capas de voz para dejar a Izaro explayarse sobre ellas con una fuerza inusitada hasta la fecha.

Siguiendo el planteamiento de las cuatro etapas, la segunda de ellas corresponde a la trilogía electrónica con “x eta besteak”, “Campamento base” (¡menuda fuerza vocal!) e “Ixildu mese”, algunas sorprendentemente cortas pero especialmente intensas. Izaro se mete de lleno en el sonido electrónico, intendando sin embargo ser siempre fiel a sí misma y a su legado. Es por ello que no se le va la mano a la hora de afrontar este tipo de sonoridades. Así, si las primeras canciones se recreaban en una ambientación flotante y onírica, esta trilogía representa la subida a la alta montaña. Este aspecto y el concepto del propio disco simbolizan la terapia que ha llevado a cabo Izaro y que nos muestra a corazón abierto en el documental Limoiari eztia

Una vez en la montaña, nos presenta las desnudas “El mundo no es un buen lugar” y “Limoiondo”, una delicadeza de canción, dotada de una desnudez abrumadora y preciosa en su ejecución. Para completar la terapia, queda el descenso de la cumbre con la reflexiva balada “Udara, udara” y su gran cantidad de capas de voz. Si “Eason” tuvo su sorpresa final con la festiva “La felicidad”, este disco cuenta con “Las llaves de tu casa” para cumplir dicha función. Un rompepistas en potencia, destacan el piano de Garazi Esnaola, el solo de guitarra de Iker Lauroba y la percusión. Llega entonces la gran explosión, en un viaje total que no llega a los tres minutos pero que expresa todo lo que requiere una buena canción. Para qué alargar más el tema.

El disco se cierra a lo grande con “Todas las horas que quedan”, interpretada nada menos que con la orquesta de Bratislava. Antes, en época de pandemia, ya lo había hecho con la orquesta de Euskadi. “Pensar a lo grande y soñar a lo grande” decía Izaro en su documental Limoiari eztia, guionizada y co-dirigida por ella misma junto a Ander Merino Etxebeste. El disco entró directamente en el número cuatro de las listas de ventas, confirmando su potencial. Ya han empezado los directos, con nada menos que unos cinco sold out a las primeras de cambio. Aun así, al margen del éxito que pueda tener en las listas de ventas y en el número de tickets vendidos, lo importante es que Izaro mantiene el nivel e incluso a veces lo supera. Después de entrevistarla, parece que mantiene los pies en la tierra, pero sin dejar de pensar a lo grande: sus directos potenciarán las coreografías de manera notoria, convirtiéndose ella misma en bailarina-cantante, algo para lo que se ha entrenado concienzudamente. Definitivamente, esta gira va a ser diferente.

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