Después de más de diez años de carrera, de cuatro discos de estudio y de llenar estadios, podríamos pensar que Izal iban a optar por una fórmula más simple para regresar, pero, todo lo contrario. Dentro de “Hogar” (Hook Ediciones Musicales, 21) nos encontramos con diez de las pistas más introspectivas y distintas que ha creado la banda en toda su historia. Un trabajo que deberían visitarlo todos sus seguidores, así como todos aquellos que han renegado alguna vez del grupo, ya que nos trasladan a una atmosfera totalmente distinta.
Han plasmado una decena de historias cotidianas en las que logran crearnos imágenes mentales de aquello que quieren describir. Lo reflejan en la intro y la outro del trabajo, “Tramontana 7:44 am” y “Tramontana 5:47”, dos instrumentales que sirven para situarnos en esos instantes que capturaron mientras daban forma a su nueva referencia. “Fotografías” y “Telepatía” son las canciones que transmiten esas imágenes de forma más clara. La primera nos cuenta una retahíla de distintos momentos felices en donde la voz de Mikel se mueve a través de una base de ritmos urbanos; mientras que la segunda, a través de elementos de electrónica y una línea de bajo muy marcada, nos habla sobre como han cambiado nuestras relaciones por culpa de la globalización.
Es un disco que respira verdad por todos los costados. Sin ir más lejos “Meiuqèr”, el tema que abre el álbum, es una delicada carta de agradecimiento a la vida que mantiene la calmada musicalidad de la intro. Le sigue uno de los hits del álbum y la pista que mejor refleja el espíritu de esta referencia, “Inercia”. Una canción que transmite la esencia de Izal de una forma distinta, marcada por bases programadas y una guitarra acústica acaba rompiendo en un tímido solo a guitarra eléctrica y voz que hace que el mensaje esperanzador de la letra acabe calando hondo.
En este trabajo juegan a dejarse llevar en ritmos distintos como podemos comprobar en “Dobles”, “Jóvenes perfect@s”, “He vuelto” o “El hombre del futuro”. Composiciones hechas para disfrutarlas al máximo en sus directos en las que rozan la electrónica, así como el rock y otros géneros; y quizás no se asemejan mucho a sus anteriores trabajos, pero son los nuevos himnos del grupo. Aunque esto no significa que hayan roto completamente con su estilo, de hecho, “La mala educación” es una pieza marca de la casa en la que nos muestran que ese sonido que habían construido durante estos once años aún sigue ahí.
Cierran con “Hogar”, la pista homónima al título del disco. Otra pieza de agradecimiento, dedicada a todas esas personas que son hogar, que va cogiendo fuerzas a lo largo de sus casi cuatro minutos para desatar una auténtica tormenta en la que plasman toda la emoción que hay dentro de su letra. Un clásico instantáneo que no podría entenderse sin la outro que le sigue, la calma después de la tormenta. Y así completan un trabajo repleto de sorpresas sonoras de esas que hay que escuchar varias veces para llegar a comprender del todo estas diez historias.
Por todo ello son merecedores de una buena nota, ya que pudiendo asegurar el tiro con algo más sencillo (véase el último disco de Coldplay), han optado por arriesgar y reinventarse. Puede que esta evolución sonora y compositiva haya sido una respuesta lógica al parón sufrido por la pandemia, pero qué bien encaja el espíritu de Izal en estas nuevas piezas. No cabe duda de que estamos frente a uno de los discos del año, tanto por la relevancia de la banda en el panorama musical nacional, como por la calidad de sus composiciones.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.