Desde el primer momento Jeffrey Lewis se empeñó en demostrar que era algo más que otro tipo rasgando una guitarra acústica con desgana. Para empezar, desgana no es precisamente lo que transmite un cancionero cuyas estructuras hunden sus pies en el punk: de interpretar su repertorio enchufado Jeffrey Lewis no estaría demasiado lejos de Dead Kennedys...
Lo que traducido a nivel de influencias nos lleva, inevitablemente, a citar a Daniel Johnston, máximo tótem musical del de New York que como él juega a imaginar mundos paralelos producto del consumo de sustancias psicotrópicas ("No LSD Tonight", qué gran título) y parece condenado a que su folk lisérgico se convierta en objeto de culto por indie kids y adoradores del ruido varios... Y también como él Lewis se debate entre la acústica y el tablero de dibujo, habiendo firmado una serie de obras de cómic cuanto menos interesantes, en la mayor parte de los casos de corte autobiográfico ("Come To My Show", "The European Travel Diary 1999"...).
Si semejante demostración de facultades no fuera suficiente, siempre podrás entregarte al criterio de Moldy Peaches, a quienes, por cierto, Jeffrey Lewis les hizo la portada de su primer disco: Antifolk lo recopilaba junto a otras lumbreras como Paleface, Diane Cluck o Jim Flynn. Antifolk. Bonita definición...
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