Ojo con el nuevo disco de Lily Allen que es un grower, vocablo anglosajón que se utiliza para denominar a los discos que crecen con las escuchas. Y aunque esa expresión parezca guasa al referirse al segundo trabajo de la díscola cantante británica, lo cierto es que le va como anillo al dedo.
“It´s Not Me, It´s You” despista, y mucho, al principio. Parece la nueva entrega de una diva del pop mainstream sin personalidad. El lavado de cara de una niña mala que ha cambiado el ska-pop saltarín y resultón de su debut por el pop electrónico estandarizado, muy in para los tiempos que corren, que le hará vender unos cuantos discos de más. Algo de eso hay en el segundo esfuerzo de Allen, pero es de justicia reconocer que, tras varias escuchas, uno se recupera del susto y empieza a disfrutar de más de una canción que se convierte en favorita del repeat del iPod. El que esto escribe se queda con esa tonada a lo The Cars que es la nuevaolera “The Fear”, la balada “I Could Say”, uno de los guilty pleasures más grandes del año, ese caramelo envenenado que es “Fuck You”, con homenaje a The Carpenters incluido, y “22”, una canción que recuerda lo grande que era la Lily Allen del principio.
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