Ya lo dice el refranero castizo, “en abril, aguas mil”. Un aforismo preciso que designa la trascendencia de este mes tan apático, en el que a pesar del calendario, sus temperaturas se resisten a mostrarnos del todo sus brillos y se mantiene constante esa condición irregular que le define. De algún modo, son estas lecturas las que también paladeamos en el nuevo trabajo que firma la banda barcelonesa GYOZA, quienes se entregan de lleno a una tormenta de sabores noventeros subidos de decibelios para enmarcar una melancolía iracunda e inconformista que se extiende a lo largo de este tercer álbum, “It Never Rains But It Pours”.
La reformulación de su propuesta, con el ingreso en la banda de Isaac Valdés a los teclados y Marina Berlanga sustituyendo a Antonio Postius en la batería, asentó unas bases a principio de año que ya prometían darle un giro sin riesgo, pero certero a ese sabor árido e inconfundible de stoner y rock pesado que ha definido a la formación desde sus propios orígenes. Es ahora a partir de un catálogo de once canciones llenas de potencia y texturas insólitas donde empezamos a evidenciar la repercusión de estos cambios, que por descontado no pasan desapercibidos y consagran las nuevas lindes de su regreso. Seguimos sintiendo presentes sus notorias influencias, sacadas a conciencia de la raíz del rock alternativo más contundente, pero si “Early Bird” ya supuso un salto de calidad con respecto al cuerpo y la consistencia de sus canciones, este tercer trabajo consigue llevar a un siguiente nivel dicha labor, dibujando paisajes melódicos que ya intuíamos venir con piezas como las pretéritas “Glitch” o “Requiem For A Lie”.
Con prudencia pero sin dejar de apostar por el desarrollo y la evolución de su propuesta, esos tímidos coqueteos con instrumentales envolventes y etéreos encuentran ahora una presencia mucho más pronunciada y lograda en tramos tan progresivos y emocionalmente crecientes como “I’ve Seen Them Coming” o “Ulterior Masters”, confirmándonos que el buen hacer a los teclados de Isaac Valdés va a suponer una marca de la casa significativa ahora en adelante. La realidad vigente y su apreciable repercusión también se ganan un hueco en este trabajo, siendo estos responsables de que nos topemos con los versos desgarrados y los arrolladores riffs de Adrià Martínez, Xavi Montferrer y Alex Fernández-Cardellach como respuesta a una actualidad miserable (“Inside The Lair”), a las reflexiones interiores más autodestructivas (“Bitter End”), o los golpes de optimismo y luz que se atreven a esbozar en un inédito castellano (“El Porvenir”). Una bomba catártica que termina explotando en “Deliverance” y “More Ghosts Than People”, probablemente las piezas más agresivas que el quinteto barcelonés haya firmado hasta la fecha y con las que logran sacar de dentro todos sus demonios a golpe de guturales y de trazas de metal melódico.
Con Santi García en la producción de “It Never Rains But It Pours”, la ahora renovada agrupación barcelonesa ha encontrado para este tercer disco los útiles válidos que avalan su ambición y su proyección futura, trazando nuevas líneas sonoras dentro de su repertorio que lejos quedan ya de su homónimo álbum de debut, pero que nos demuestran que lejos de permanecer sometidos a anclajes convencionales, el de GYOZA es un proyecto vivo y en constante evolución, con muchos caminos por lo que aún transitar.
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