Isles

Tras aquel celebrado primer disco homónimo de 2017, Andrew Ferguson y Matthew McBriar –tanto monta, monta tanto– regresan por la puerta grande al icónico sello londinense Ninja Tune para ofrecernos este nuevo trabajo,su segundo en largo formato, que aquí destripamos.

El dúo irlandés, residente en ese Londres que tan bien les sienta tanto en lo personal como en lo musical, ahonda en su sonido ecléctico, altamente poroso, hijo de mil leches de los noventa y, además y ahora, más fibrado en este flamante “Isles” que colmará ampliamente las expectativas de sus seguidores y les procurará nuevos amigos, entre los que –por lo que fuere– no les conocían antes y ahora los descubren a través de este notable nuevo trabajo.

El secreto del éxito de los belfasteños Bicep radica, seguramente, en la ingente y destellante paleta sonora –de la IDM, al ambient, pasando por la rave, el techno, los breaks y hasta el italo disco– que conocen a fondo y manejan a su antojo cuidándolo hasta el máximo detalle para deleite del gran público de la música electrónica. Y es que nos atrevemos a asegurar que es imposible no rendirse ante Ferguson y McBriar si cualquiera detenta las más mínimas querencias hacia la síntesis, los ritmos de todo tipo y pelaje y los, ahora tan añorados, clubes.

Extraordinarios cortes como la eufórica, melódica y rota “Atlas” –hitazo ravero al más puro rollo noventas– y la alta tensión épica de “Fir” que, finalmente, se escapa sin explotar. “Apricots”, con ese tono oscilante, fracturado e increpante sobre el que una voz femenina, en infinito loop, reclama nuestra atención. La retrofuturista y multitonal “Cazenove” es ambrosía para el paladar del clubber gourmet, con ese pizzicato oriental acelerado sobre el que todo se quiebra, renace y se vuelve a romper. O en ese polirrítmico “Saku” en el que la original voz de la mancuniana Clara La San toma todo el protagonismo sobre una base “100% Bicep”, sustanciada por beats cósmicos superpuestos a contrapié y UK garage de alta cuna y baja cama. “Lido” es una delicia ambiental, tan borrosa como atemporal, que seguro ayudará al oyente a sentir el aroma de la brisa de paraísos lejanos, mientras atraviesa en metro su grisácea cotidianeidad. “Sundial” es un trallazo directo a la yugular del oyente, combina a la perfección percusión distópica y anabólica con la exquisitez misteriosa de una voz ancestral. Y el disco se despide con la batallera, electro y rebelde “Hawk” que, seguro, sonará alta y fuerte en sus esperados sets y lives.

Dicen que tuvieron que escoger entre más de ciento cincuenta temas inéditos, para elegir estos diez cortes finales. Esto asegura “buena mierda” de Bicep para mucho rato más. Y yo que me alegro. Estos sí que salen mejores de la pandemia.