El ex A Room With A View sigue profundizando en su intimista propuesta, con un cuarto trabajo en el que se mantienen tanto la búsqueda por lo esencial como esa humildad tan rara de encontrar por estos pagos. Es la misma indagación emocional que emprendió en su debut de 2015 “Las cosas”, sólo que el compositor va depurando su lenguaje. No es casual que los nueve cortes que componen el álbum tengan títulos de una sola palabra.
En sus composiciones de guitarra acústica, y bajo la égida de gigantes como John Fahey, Conrado Isasa busca una calidez reflexiva que en estos tiempos de vulgaridad e histeria generalizada nunca está de más. El espíritu de los viejos bluesmen se convoca en “Ausencia”, cuya atmósfera nos muestra el poder evocador del sonido para viajar en el tiempo. En “Libertad” las notas se van desplegando en cascadas de sonido y pellizcos, con una consciencia clara del espacio y el silencio, en la línea de los paisajes sonoros del gran Vini Reilly y The Durutti Column.
El guitarrista domina todas y cada una de las técnicas de su instrumento para sacarle máxima expresividad a partir del sonido mismo: de los armónicos a los arpegios, los silencios, la intensidad y los punteos contenidos. “Lluvia” con su secuencia clásica y su precioso final arpegiado es el ejemplo perfecto. Todo sale de la naturalidad y un minimalismo no impostado. En “Faro” la frase de guitarra se construye desde el fondo de una sola nota con un efecto acumulativo y el añadido de ruidos acústicos: vanguardia con rostro humano. En la evocadora “Océano” las notas de un punteo delicado se superponen a un arpegio hasta desembocar en acordes y otro arpegio. No es difícil ver cómo las olas llegan hasta la playa y retroceden. Las tenues voces infantiles de “Fraternidad” y el slide de “Teo” culminan un álbum de propiedades curativas.
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