The Other Side Of Make-Believe
DiscosInterpol

The Other Side Of Make-Believe

7 / 10
Raúl Julián — 21-07-2022
Empresa — Matador / Popstock!
Género — Indie rock

Aunque en realidad hayan pasado cuatro años desde la publicación del anterior álbum de Interpol, el acertado Marauder (Matador, 18), lo cierto es que en términos efectivos la espera fue paliada con el EP ‘A Fine Mess’ (Matador, 19) y, sobre todo, aquel estreno en formato largo de Muzz, banda paralela que se sacó de la manga Paul Banks. Lo cierto es que el trabajo homónimo publicado por el vocalista en 2020 junto al productor y multinstrumentista Josh Kaufman y Matt Barrick (batería de The Walkmen) no solo resultó sólido, sino que, visto lo visto, albergaba no pocas pistas acerca de cómo sería el séptimo disco en el casillero de Interpol.

Porque aquel aroma expresamente nostálgico que protagonizaba buena parte de ‘Muzz’ (Matador, 20) se extiende ahora de forma genérica a lo largo y ancho de la presente entrega, hasta cincelar su perfil definitivo. ‘The Other Side Of Make-Believe’ es un lanzamiento tomando por planos claroscuros y sombras insinuantes, en unas estampas concretadas en profundos medios tiempos diseñados para emocionar. Unas piezas guiadas por la taciturna pero siempre acogedora voz de Banks, que encuentra acomodo entre ese tipo de instrumentación trabajada a conciencia y que, según el momento, puede manifestarse como comprensiva o asfixiante, mientras mira de reojo hacia los habituales puntales de post-punk y new wave. Los neoyorquinos se ven enfrascados en esa tónica a lo largo de cuarenta y cinco minutos que apuntan a un grupo reflexivo en base a destacadas como “Toni”, la noventera “Renegade Hearts”, “Into The Night”, “Fables”, el acelerón de “Gran Hotel” o la final “Go Easy (Palermo)”, quizá incluso inmerso en ese tipo de madurez creativa que no sería sino el signo de los tiempos.

‘The Other Side Of Make-Believe’ no es el mejor disco de Interpol y desde luego tampoco es el peor. Es, en realidad, una buena obra que no desatará la euforia, pero que incluye varios aciertos claros y que, además, funciona como referencia coherente y dotada de identidad global, después que las piezas menos trascedentes cumplan en su papel de amparar a las gemas del lote. Interpol son, en definitiva, una banda en la que seguir confiando, dos décadas después de su arrasadora incursión en escena con el magnífico Turn On The Bright Lights (Matador, 02), a su vez refrendada después con el no menos excepcional Antics (Matador, 04).

 

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