En el campo de las emociones, de sensaciones casi espirituales que durante más de una década nos han acompañado a un inhóspito limbo terrenal, la discografía de Sigur Rós continúa siendo una obligada receta para todos aquellos que desean purificar su alma. La banda se mantiene en un parón creativo que nadie sabe cuándo concluirá (y más teniendo en cuenta que Jónsi probó las mieles del éxito en solitario en 2010 y que se acaba de lanzar a las bandas sonoras), pero a la espera de que vuelvan a dejarnos catar un nuevo largo, han decidido plasmar en un doble cedé + DVD uno de sus últimos directos. “Inni”, grabado en 2008 en una de sus paradas en el londinense Alexandra Palace, rompe de cuajo la delicadeza que desprendía su celebrado primer testimonio visual, “Heima”. Aquí no hay espacio para reinterpretaciones desnudas de sus éxitos, tal como puede apreciarse en “Svefin-g-englar” o “Ný Batterí”, las cuales suenan con un mayor empaque rockero respecto a sus versiones de estudio al prescindir de embellecedores acordes de acompañamiento y reducir todo al formato de cuarteto. Más allá de la falta de sorpresas para engatusar a los fans acérrimos (la inédita “Lúppulagid” no da la talla con su patrón ambiental), siempre nos quedará el complemento visual del álbum, dirigido por Vincent Morisset, que -en una granulosa factura arty en blanco y negro- nos sumerge a un escenario repleto de fantasmagóricos claroscuros que debería poner los dientes largos a aquellos que no hayan tenido ocasión de ver a los hijos pródigos de Islandia en acción.
oh dios! yo estuve ahi!