Después de muchas colaboraciones, una carrera con 4AD con discos de “sonido 4AD” (“Geek”, “Excerpts From A Love Circus”), de trabajos de belleza surrealista y nada fáciles de penetrar (“Lullaby For Liquid Pig”), Lisa Germano se ata la cuerda de su violín al cuello, se encadena a la pata de su piano y no para hasta que dejen de compararla con PJ Harvey, Björk y Cat Power. Minucias. Sólo acepto “híbrido triste entre Tori Amos y Kate Bush” como definición de Lisa Germano.
Puede que todas tengan más sustancia aparente que Lisa, pero su esencia reside en la capacidad de concentrar en entregas de minuto y medio letras sobre la renuncia a ser un cable. Sí, la negativa rebelde a ser un cable, acompañada de piano y violín. Ni Björk se atreve con eso. Como ella misma dice, un disco que honra la muerte mientras mira la vida. Doce canciones en poco más de media hora, emocionalmente desnudas y arregladas inventivamente. Son discos más necesarios para quién los compone que para quien los escucha, pero no deja de tener su morbo que te entreguen un alma desnuda.
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