Al igual que el otro gran conjunto de pop-rock comercial proveniente de Las Vegas, The Killers, Imagine Dragons acumulan tan mala crítica como buena acogida por parte del público. Sus tres discos hasta el momento los han alzado a banda llena-pabellones, mientras los críticos desesperan por entender qué puede atisbar la masa consumidora de música en unos temas pomposos, prefabricados y grandilocuentes, tan ampulosos en su condición de canciones que hacen de Coldplay una banda de indie minimalista.
“Evolve” no va a desgraciar la gallina de los huevos de oro y sigue dando vueltas de tuerca al afectado sonido del conjunto. “Whatever It Takes”, Walking the Wire” o “Thunder” son temas creados para cantar a viva voz en salas abarrotadas y sentir la comunión entre la common people, esa gente que vota PP, PSOE o Ciudadanos, compra la ropa en Zara y le hace sentirse a uno integrado en la sociedad y parte de una comunidad. Serían el equivalente musical a los productos habituales que podemos encontrar en cualquier bazar chino del barrio.
Fuera de los grandes singles, el resto del álbum naufraga entre restos de serie de pop de baratillo y quiero-y-no-puedos insustanciales. Solo en sus mejores momentos, como el inicio de “I Don’t Know Why” o de la penúltima “Start Over” se atisban destellos de synth-pop que nos retrotraen a la época dorada del género en los ochenta
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