En “The Lover”, décimo corte del tercer disco de Idles, su cantante Joe Talbot arremete contra aquellos que acusan a su grupo de ser una mera fábrica de eslóganes. Talbot afirma que su diatriba va dirigida también contra él mismo y sus dudas autodestructivas, pero parece que determinados comentarios hechos al albur de su éxito dieron en la diana. El caso es que, lejos de arredrarse ante las críticas, el quinteto de Bristol concentra su esencia en un muro de sonido a la yugular con influencias del hip-hop y el techno, añadiendo estribillos de inmediatez rockera, con letras transparentes en su beligerancia. Se trata del aquí y el ahora, de buscar autoafirmación y positividad bajo las piedras, en este confuso y polarizado mundo post-Brexit, lo que resulta en que algunas de sus composiciones más poderosas se codeen con momentos de indisimulado trazo grueso.
El objetivo sonoro de la banda, convertir su fórmula en un monolito de pegada inmediata, se cumple sobradamente desde la abrasión de “War” y el brutalismo rítmico de “Grounds”. Las letras de Talbot oscilan del divertido y peculiar manual de autoayuda de “Mr. Motivator” y su estribillo macarra, al sarcasmo airado ante la tradicionalista Inglaterra rural (la frenética “Model Village”), la denuncia del precariado (“Carcinogenic”) y la destrucción de la clase trabajadora en la cazurra “Reigns”. Su existencialismo brilla en la magnífica “A Hymn”, donde les sale bien una progresión épica casi post-rockera. Jehnny Beth pone su voz en el estribillo de la divertida “Ne touche pas moi” (francés macarrónico cortesía de Talbot), con un riff a degüello que firmarían los mismísimos Hot Snakes, pero también un “Consent” que viene a dejar las cosas claras por si no habíamos pillado el mensaje. Idles son así: lo coges o lo dejas.
Cortes musicalmente menos inspirados como “Anxiety” o la obsesiva “Kill Them With Kindness”, que se recrean en los lugares comunes del grupo, rebajan el nivel de un disco al final tan disfrutable como irregular, pero que acrecienta las ganas de verles otra vez en su hábitat natural: el directo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.