Razzmatazz

Si este dúo comenzó su carrera con un EP que se llamaba significativamente “1981 Extended Play”, ahora podrían haber llamado a su disco de debut “1985 LP”, aunque “Razzmatazz” tampoco haya sido una mala elección. Y es que si se pudiera hacer una playlist para explicar a que suena este disco saldrían cosas como “Hungry Like The Wolf” de Duran Duran, “Shout” de Tears For Fears, “Don't You (Forget About Me)” de Simple Minds o “Listen Like Thieves” de INXS, Si a esto le sumamos otros referentes más cercanos, pero con esas mismas influencias, como The Killers, The 1975 o Hot Hot Heat, además de clásicos como Bowie o Peter Gabriel en sus etapas de “Let's Dance” y “So” respectivamente, tenemos una aproximación bastante acertada de a que suena este disco.

El ex bajista de Panic! At The Disco, Dallon Weekes, y el ex batería de Falling In Reverse, Ryan Seaman, redondean un disco con la mira puesta en la pista de baile, reivindicando la diversión y el placer sin remordimientos. “Leave Me Alone” suena al hit que es, con un riff funk en la guitarra y un estribillo hecho para grabarse en la memoria.” Mad IQs” le sigue sin quitar el pie del acelerador, funk sintético y espumoso, recordando a los primeros Duran Duran. Las referencias ochenteras continúan a lo largo de todo el disco con “Kiss Goodnight” sonando a synth pop por los cuatro costados.

“Razzmatazz”, la canción que le da título, cierra el disco por todo lo alto. Es la canción con más personalidad del mismo, la que muestra una faceta menos insustancial, aunque tampoco está nada mal un poco de evasión en los tiempos que corren, pero como decía es un punto final sustancioso, marcado por un piano que da paso a un notable estribillo cantado en falsete, además de un estupendo solo de saxofón, muy propio de la década de la que sacan gran parte de su inspiración.

Nadie puede dudar de que IDKH, o I Don't Know How But They Found Me, son divertidos y burbujeantes, pero les pasa lo mismo que a los Duffer Brothers y su “Stranger Things” que de tanto querer parecerse a sus modelos ochenteros pierden cualquier tipo de personalidad. Eso sí, como pasa con la serie de los Duffer, es altamente disfrutable y tiene un punto adictivo.