Ya lo anunció hace un año Matt Elliot: Third Eye Foundation desaparece como proyecto, y a partir de este momento se dedicará a otras cosas. Eso sí, con testamento a la altura de las circunstancias, con la reunión de sus remezclas de temas ajenos, o lo que es lo mismo, la transformación de las tribulaciones de otros en ruidosas pesadillas (marca de la casa).
Y para empezar, nada mejor que el hundimiento nostálgico de “La Dispute” de Yann Tiersen y su transformación en un monumento a la tristeza (con sampler de “Little Lost Soul” incluido). Esos aullidos electrónicos y ese ruido son los rasgos distintivos que se aprecian en casi todos los temas (Tarwater, Chris Morris, Faultline...), excepto en mayores concreciones como las de Blonde Redhead, que el malo de Matt no remezcla, reinterpreta a su manera (The Remote Viewer, Urchin), por lo que el disco parece más bien una ocasión estupenda, aunque un poco tardía, de ver el mundo a través de los ojos de uno de los creadores más inquietos y personales de la segunda mitad de los noventa que ahora se despide. Hasta luego, tristeza canalla.
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