En un momento de la novela “Perdida”, su autora Gillian Flynn escribe: “Encendí la radio y por supuesto era una canción de Tom Petty -¿alguna vez has encendido la radio sin que sonase una canción de Tom Petty?-“. Hasta tal punto es importante la música del roquero de Florida en el imaginario estadounidense que desde el otro lado del charco es difícil hacernos una ligera idea de su verdadero peso. Hemos adoptado a Bruce Springsteen como uno más de los nuestros, mientras apenas le prestábamos una cuarta parte de atención mediática a Petty. Solo habría que recurrir a una encuesta a pie de calle preguntando por uno u otro y los resultados me darían la razón, aunque imagino que el hecho de que Tom Petty no nos haya visitado nunca, no ha facilitado mucho las cosas.
El caso es que dudo mucho que su nuevo trabajo, el correoso y duro “Hypnotic Eye” vaya a cambiar demasiado su estatus, pero al menos sí logrará que sus seguidores se muestren contentos de tener una nueva colección de once canciones que saca a relucir sin demasiados artificios a una veterana y precisa maquinaria rock que esta vez se deja de artificios y florituras, para agarrar el tempo por los cuernos y dejarnos un excelente sabor de boca de principio a fin. Y es que uno de los principales valores de este álbum es que se halla bien basculado y suena de forma muy unitaria, lo cual en el caso de Tom Petty es una muy buena noticia, pues siempre se le ha acusado de no cuidar en exceso la unidad de sus discos y pasar con demasiada facilidad de la gran canción a la mediocre. Aquí sobresalen unas cuantas, pero lo mejor es darse cuenta de lo bien que encajan todas juntas combinadas. Solo hay que fijarse en el trepidante inicio encarnado por el poderosos y clásico riff de “American Dream Plan B” enlazado con una contagiosa “Fault Lines” con esa hipnótica línea de bajo de deriva swing y la más bombástica, de clásico sonido Petty, que es “Red River” para rematar con una de mis favoritas del lote, la dulce balada “Full Grown Boy”, en la que sobresale el excelente punteo a la guitarra de Mike Campbell. Y aquí es donde cabe la reverencia, pues el disco está plagado de efectivos riffs que pueden sonar tan clásicos como los de Deep Purple (“Power Drunk” ) o incluso AC/DC (“U Get Me High”) sin olvidar el clasicismo del blues como recurso (“Burn Out Town”). Un álbum para roqueros maduritos, entre los que irremediablemente me incluyo, a los que les gusta tomarse un chupito de bourbon de vez en cuando.
Este disco es excelente y encuentro muy acertado tu comentario sobre la unidad de los discos de Tom Petty.
Gracias Don Disturbios.
Pues lo encuentro un buen ejercicio de estilo y poco más. Desde "Echo" ningún disco de Petty me ha emocionado. Ya hace años que le faltan canciones con carisma. Y en este disco tampoco las encuentro.