Tan sólo dos instrumentos bastan para concentrar toda la mala leche y la demencia que el rock necesita a principios de este maldito siglo veintiuno. Rápidas, histéricas, cafres, catárticas, angulosas, recargadas, estridentes, complejas. Las creaciones del dúo apelan a una visceralidad que en “Hypermagic Mountain” se antoja igual de intensa, notable e impactante que en su formidable anterior “Wonderful Rainbow”.
Una experiencia en la que comprensiblemente se atisba algún punto más de accesibilidad y melodía en sus maneras, así como unas loables intenciones por buscar nuevos sentidos y caminos por los que enzarzar su caótico discurso. Algo que, a tres discos vista de su irrupción, cada vez les debe resultar más complicado, pues, más allá de lo renovador e inventivo de su propuesta, las limitaciones mismas de su parque instrumental y sus coordenadas férreamente acotadas en las fronteras de la insania agotan pronto sus posibilidades y, por ende, el entusiasmo con el que uno se toma su dosis de freak-rock. Quizás sea el instante de empezar a replantearse algunas cosas, pero antes toca disfrutarlo.
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