Podríamos presentar a Jesca Hoop con estas credenciales, apelando a las socorridos paralelismos: la de una excentricidad folk algo más atenuada que la de Cocorosie, la de ese punzón para extraer todo el jugo expresivo a unos elementos mínimos que caracteriza a Joanna Newsom e incluso la de una inclinación clasicista para dar con la melodía imperecedera que podría lindar con Kate Bush. Por supuesto, promediando popularmente muy por debajo de todas ellas, a Jesca Hoop apenas se la conocía cuando aterrizó por vez primera en nuestro país por poco más que haber sido niñera ocasional de Tom Waits, su máximo valedor. Los estupendos conciertos que ofreció hace unos meses como telonera de Andrew Bird pusieron a todo el mundo bajo alerta de lo mucho y muy bueno que alberga “Hunting My Dress”, el excepcional segundo álbum de esta californiana afincada en Manchester. Háganse el favor de escuchar maravillas como “Murder Of Birds”, “Angel Mom”, “Four Dreams” o “The Kingdom” y entenderán por qué estamos ante una de las joyas más injustamente olvidadas de los últimos tiempos.
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