The Anteroom
DiscosHow To Dress Well

The Anteroom

7 / 10
Álex Jerez — 15-11-2018
Empresa — Domino
Género — Electrónica

Recientemente Tom Krell, o lo que es lo mismo How To Dress Well, confesó en una entrevista que su inmersión en el mundo del pop con “Care” iba ligada al intento de generar más dinero con su música y ayudar a su familia. Por tanto, este nuevo salto experimental con “The Anteroom” no tiene muy claro si le beneficiará como artista o le llevará al caos más absoluto. Con su quinto disco profundiza aún más en esa unión entre el rnb y el ambient que le hizo tan popular. Deja de lado todo tipo de letras elitistas y materialistas para crear una atmósfera que refleje a una sociedad hundida por la capacidad de destrucción del ser humano y la falta de valores.

Co-producido por Joel Ford (Oneohtrix Point Never), la voz de Krell atraviesa cada una de las pistas y sirve de guía a un pack de canciones condenadas a auto-lesionarse. Recurriendo a la improvisación, grabación de sonidos caseros (el inicio de “Body Fat” llegó a grabarlo durante tres horas con el móvil) y unas primeras demos iniciales hechas únicamente con la boca, sin instrumentación alguna. En este disco elabora paisajes sonoros que se identifican con un mundo completamente explotado por el consumismo, la falta de principios y que va directo al vacío más absoluto (“Vacant Boat”). En cada uno de los temas intenta expresar esa enorme tristeza que le genera la impotencia de ver frente a sus ojos cómo se acerca el final y no poder hacer nada por ello (Can I feel nostalgia for a death I will never know?). Un juego de conceptos cuyas letras pueden llegar a relacionarse también con una relación amorosa completamente hundida y que provoca que cualquiera de nosotros llegue a conectar en algún momento con el sentimiento más puro del artista.

Entre las propuestas sonoras más interesantes que engrandecen la ya habitual base de rnb mezclada con ambient del artista nos encontramos por ejemplo esa búsqueda hacia el sonido industrial en “Nonkilling 3 – The Anterrom – False Skull 1” o el trip-hop de “Brutal (feat. Ocean Voung) – False Skull 5” que termina quemándose al cierre de la canción. Por otra parte, entre las colaboraciones más destacadas de “The Anteroom” aparece en “Nonkilling 6 – Hunger” el poeta americano Li-Young Li, que se caracteriza por el uso del silencio y el misticismo de sus obras, y que recurre a él para iniciar el tema con unos versos que hacen referencia a la muerte y resumen así la idea central del proyecto. Y es que es en esta canción donde probablemente nos encontramos la apuesta más comercial del disco por su construcción de four-on-the-floor y su mayor identidad como tema, que la hace más fácil de asimilar por parte del oyente habitual de Krell. Pero, aún así, nada que ver con ninguna de las producciones que construyó en “Care” de la mano de Jack Antonoff. Hasta en su pieza más sencilla se observa un trabajo experimental que busca siempre llegar mucho más allá de lo que How to dress well nos ofreció en los últimos años.

Nos da la sensación de que cuando Tom Krell hizo las maletas para mudarse a Los Ángeles llevaba en ellas muchos sueños que cumplir y que tristemente pocos de ellos se han hecho realidad. Este disco transmite por todos lados las ganas de huir de una ciudad con la que no ha conseguido conectar y cuya forma de vida le repugna completamente. La frustración, la débil acogida tras su indagación en el mundo mainstream, la soledad, la inseguridad, la pérdida… Por muchas excusas que Krell pueda poner, este álbum no solo abarca una visión externa del mundo actual. También nos presenta a un artista perdido que necesita expulsar esa rabia y esa sensación de fracaso acumulada durante años. La experimentación le ha abierto nuevas puertas, le ha obligado a bajar el ritmo y soltar toda esa masa negra que tenía dentro. Y es que no todo va a ser llenarse el bolsillo hombre.

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