“Hospice” es un salto mortal sin red y, como tal, desde el principio estaba condenado al éxito más estruendoso o a terminar destripado en el suelo para horror de los asistentes. Estamos ante el primer disco de este jovencísimo trío de Brooklyn, en realidad el vehículo emocional de Peter Silberman que se enfrentó al reto de componer una obra magna encerrado en su dormitorio y consumido por la depresión tras romper con su pareja. Es una de esas historias que por su juego tanto nos gustan a los periodistas. Y otro tanto cabe decir de aquella que vehicula “Hospice”, álbum conceptual en tiempos más dados a lo frugal, a lo anecdótico, que cuenta con pelos y señales el infierno de una niña que sufre cáncer de huesos y de todos aquellos que la rodean. Dejemos al margen que no todo el mundo cuenta con la energía o el humor para introducirse en una obra de este tipo: el éxito de The Antlers no reside tanto en lo efectista de su propuesta como en la efectividad a la hora de llevarla a cabo con una sentida y angustiosa interpretación, sobresalientes pasajes instrumentales con Arcade Fire en el retrovisor y unas letras descarnadas que no esconden su filiación literaria.
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