Es una estupidez tan gorda plantearse a estas alturas si los discos en los que participa Hope Sandoval son buñuelos de viento, como seguir afirmando que son bonitos y quedarse tan anchos. Como bonitos, son una pocholada, pero eso lleva siendo así 26 años. Así que, si no hay cambios sustanciales en la manera de hacer o en lo que dice Hope Sandoval, haciendo como que canta, para saber cómo es “Until The Hunter”, mejor centrarse en lo que hacen los demás en el disco, que además de suponer la novedad real, resulta que aportan sensaciones y planteamientos diferentes y no está nada mal.
Es inútil, por otra parte, saber hasta qué punto ha estado implicada Hope Sandoval en el proceso creativo, en comparación con el My Bloody Valentine Colm Ó Ciósig, vamos, ni con entrevista les sacas muchos más murmullos que los usuales, así que lo que queda con este disco es más bien una labor de sospecha por parte del oyente. Se puede dividir el disco en dos partes fácilmente diferenciables, por una, las canciones-canciones-de-toda-la-vida de Hope Sandoval, que satisfarán a sus fans talibanes pero que ahora mismo calientan menos que los arrullos de su nieta musical, Marissa Nadler; y el resto del disco, que es lo que terminará recordándose. Esta otra parte son fraseos entresacados de un ritmo envolvente y ambiental, casi psicodélico, inédito en su discografía, y más gozoso cuanto más abstracto.
Además, brilla con luz propia el soul comatoso del dúo con Kurt Vile, “Let Me Get There”, otra canción río que llega a los siete minutos y medio, como le gusta el ex-The War On Drugs, aunque asegura Sandoval que no se dejó llevar por él para desarrollar tanto la canción, y que no le resulta larga. Y no se hace larga. El disco no se hace largo, porque a pesar de que haya canciones que no vayan a aportar nada a lo que ya conocemos, es un compendio multicolor de sensualidad que, ya sea fruto de la imaginación de Hope Sandoval o del resto de sus amigos, termina siendo el mejor que ha firmado fuera de Mazzy Star por todas esas otras aportaciones, y porque la dama de hielo negro ha sabido dejarse aconsejar, ya sea por sensatez o por vaguería. Pero eso importa poco cuando se guarda el disco en su carpeta. Lleno de aire o de sensualidad, este buñuelo está cocinado por maestros expertos capaces de transformar, casi cada pequeño esfuerzo, en algo hermoso. Para plantearse tránsitos más elevados, cambien de canal.
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