Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo todavía juegan al rol de niños revoltosos y malos estudiantes, se han divertido a través de las calles parisinas tramando incontables travesuras y viviendo dantescas aventuras a través de las notas escuchadas a lo largo de su infancia. De adolescentes, sucumbieron ante las primeras luces intermitentes reflejadas en la bola de mil cristales suspendida en la discoteca más casposa del barrio. Crecieron con el funk de los callejones mestizos de la ciudad, más tarde se enamoraron de la libertad de movimientos del house. Se compraron un viejo Renault 4L de segunda mano, quemado por el largo trajín que le había dado su anterior dueño aficionado a las carreras urbanas, esto le daba un curioso ronroneo al motor sucio de aceite barato destrozado por su uso desquiciado. Los humos que desprendía eran tupidos y muy oscuros, el sonido chirriante de unos frenos sin líquido perforaban los tímpanos de sus ocupantes que se movían en busca de nuevos ritmos. Con el auto nuevo encontraron una válvula de escape para realizar los deberes que no habían hecho en su infancia. Con toda la desfachatez, utilizaron todos los ruidos que desprendían su instrumento de cuatro ruedas e hicieron la mezcla con porcentajes Funky House. En el 97 entregan su primer álbum, después de realizar dos ejercicios (Ep´s) para el sello Soma, aprobando la asignatura del primer trabajo, sin la sombra del septiembre con asignaturas de matrícula de honor, "Da FunK", "Around The World"... tan contentos estaban de sus notas que le dedicaron un curioso homenaje al que daban gracias a todos los profesores que habían tenido en el instituto del house, "Teachers". "Homework" ruge enfervorecido como hacía tiempo no lo hacía un debut, que se estira demasiado al final, repitiéndose sobre sí mismo y perdiendo un poco de gas, aunque en verdad el resultado global no lo note demasiado.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.