En febrero de 2015 David Pajo estuvo a punto de suicidarse, ahorcándose, por la supuesta infidelidad de su esposa. La vida le deparaba otro trágico contratiempo, cuando apenas un año después, estaba a punto de perder un pie en un accidente de moto casi letal.
Con este denso material vital entre manos, el fundador de Slint recupera su sobrenombre de Papa M -aparcado desde hace 15 años-, y presenta su primera colección de canciones en siete años (entonces, firmó su disco como Pajo). Con la excepción quizá del precioso single folk “Walking on Coronado” (Nick Drake se encuentra con Joy Division), no es música fácil ni para tararear la que el influyente guitarrista y compositor norteamericano, uno de los indiscutibles padres del post-hardcore nos trae aquí, pero, ¿acaso eran accesibles o fáciles Slint?
Desde su misma portada, un denso lienzo negro atravesado por una grieta de claridad, como una puerta que se abre en una caverna impenetrable, “Highway Songs” trata de eso, de buscar la luz y encontrarla en las circunstancias más adversas, de que a pesar de todo podemos hallar un resquicio de esperanza.
El feroz blues industrial de “Flatliners” es lo más cerca que vamos a estar de tener material nuevo de Slint. A partir de ahí, el disco se interna por terrenos intimistas, como en la electrónica desconcertante y vanguardista de “The Love Particle”, hasta llegar a los pesados aires casi metaleros de “Green Holler” y “Bloom”. El disco, de una economía expresiva que últimamente no se lleva, termina con “Little Girl”, el único corte en el que Pajo se permite cantar (“Little Girl, teach me to laugh again…”), con aires acústicos clásicos, y un solo desatado que parece lo más natural del mundo. Hay una conmovedora humanidad, una búsqueda de esperanza en la inclasificable música que hace Pajo, y de la que afortunadamente podemos seguir disfrutando con discos tan raros, en sentido literal, como éste.
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