Ciutat de sorra
DiscosHidrogenesse

Ciutat de sorra

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 23-10-2023
Empresa — Austrohúngaro
Género — B.S.O.

¿Se puede disfrutar de diez canciones seguidas que son básicamente la misma, compartiendo estribillo pero diferentes historias a lo largo de sus estrofas? La respuesta es sí. Siempre que lo hagan Hidrogenesse y uno/a conecte con el concepto de “Ciutat de sorra”: es el correlato sonoro de la exposición del mismo nombre, que el artista David Bestué (Barcelona, 1980) muestra hasta el 22 de octubre en el Centre D’Art Contemporani Fabra i Coats de Barcelona. Otro singular proyecto más que sumar al currículo de Genís Segarra y Carlos Ballesteros, cuyo último disco fue la banda sonora de Cielo repleto de naves extraterrestres(23), de Nacho Vigalondo.

Las grandes ciudades evolucionan, se regeneran, se contradicen y se engullen a sí mismas. Como castillos de arena que se desmoronan para volver a nacer. Más aún en el caso de Barcelona, sometida a transformaciones (entre la Olimpiada y el Fórum de las Culturas, con un turismo masivo que en los últimos tiempos se ha salido de madre) que han cambiado su cara en las últimas décadas. De forma drástica, en ocasiones. El arco temporal de la exposición de Bestué es de 1979 a 2011, y en ella se refleja, gracias a la utilización de sucesos documentados en la hemeroteca del diario La Vanguardia, sucesos que arrojan luz sobre la Barcelona mediterránea, pomposa, anarquista, burguesa, estentórea, canalla, expansiva, recogida, turística, poética, prosaica… todas las Barcelonas en una sola.

Lo primero que uno podría pensar nada más pulsar el play es que Hidrogenesse han apostado por las escuetas viñetas pop de miniaturistas tan acreditados como Vainica Doble, Nosoträsh o Malcolm Scarpa, dada la duración de cada corte, en torno al minuto, y la síntesis que entrañan. Pero no. Nada que ver con eso. “Ciutat de sorra” – la canción, que son las diez pistas– tiene una estructura que podríamos considerar circular. Como demanda aquello que relata. Es una colección de narraciones, no de canciones. Como el propio devenir de nuestras ciudades a lo largo del tiempo. Un eterno retorno, un bucle irresoluble, un cuento que se come la cola, un repetido renacer de las cenizas en las que la convirtieron quienes vinieron antes.

La historia de José Miguel el libertario, anarquista que luchó contra el estado poniendo bombas en bancos, en el INEM y en las sedes de CIU y el PSC, la pareja que se precipita al vacío desde una terraza de l’Eixample, los restos de la carabela que llevó a Colón a América, los lodos tóxicos junto a la depuradora de Sant Adrià, los okupas que irrumpen en misa… todos forman parte de esta pieza de pop electrónico minimalista que Hidrogenesse presentarán el 8 de octubre en la propia exposición, y que es un fiel reflejo de la naturaleza mutante, siempre rebosante de vida, de la ciudad que describen desde un costumbrismo que dice mucho más de lo que aparenta.

 

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