A The Fratellis les salió bien la jugada con su debut, “Costello Music”, un compendio de melodías juguetonas y de erupciones rockeras sin mayor reto que el de pasarlo bien mientras durara. Y, claro, mientras dure, no se van a calentar mucho los cascos este simpático trío de borrachuzos escoceses. No pretenden ser orfebres ni sutiles, ni renovar conceptos, y mucho menos nutrir su pobre iconografía de metáforas enriquecedoras. Lo dice a su manera Jon Fratelli en “Look Out Sunshine!”: “he visto media docena de fantasmas, pero no me los creo. Soy un capullo cínico, demasiado perezoso para cambiar”. Aceptando sus reglas del juego, el segundo disco de The Fratellis se hace tan disfrutable como el primero. No faltan los guiños a los T-Rex de “The Slider”, al Bowie de “Aladdin Sane” o contagiosas melodías sesenteras, como las que dan forma a “Stragglers Moon” o “Lupe Brown”. Pero si de verdad recuerdan a alguien los escoceses, por actitud y vía de aproximación al éxito es a los entrañables Slade, otros británicos defenestrados por la crítica pero acogidos por los fans más sedientos de melodías rasas, que saben acoger con cariño un puñado de sonatas facilonas con las que regalarse los oídos un rato.
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