El currículum que acumula día a día Juan Carlos Parlange es la prueba fidedigna del carácter estajonavista que define su figura. No solo se trata de acumular proyectos e iniciativas, sino de trasladar esa inquietud -acompañada de la admirable capacidad para plasmarla- por conquistar los más amplios campos sonoros. Desde sus inicios en Los Clavos, pasando por los inmediatos Bonzos, sus apuestas personales de ambiental contenido o la mirada hacia las estrellas ejercitada con First Girl On the Moon, su trayectoria va sumando vértices con los que dibuja un camino digno de ser seguido con atención. Ahora, tras más de un lustro de silencio, encabeza el regreso a la vida de Help Me Devil, formación ligada a la versión primigenia y cruda del rock and roll.
Un retorno que ha establecido su centro de operaciones en suelo vasco, al mismo que pertenece la rutilante alineación conformada para la ocasión en que aparecen los nombres de Eneko Cepeda, convertido ya en habitual compinche de correrías, Ricky Ibáñez en la batería y las siempre maestras y rotundas guitarras de Pit Flanagan. Todos ellos han de ser señalados como culpables, sin restarles galones al tándem formado por Martín “Capsula” y Mario Cobo en la labor de producción, de que esta nueva invocación al Maligno, de título “At Silver Recordings" (Family Spree), tome visos realmente grandiosos, alimentados de una intensidad y contundencia que, pese a ser norma común de la casa, consiguen deslumbrar en unos centelleantes escasos treinta minutos.
Toda esa corriente de energía que irá fluyendo, sin que en ningún momento se atisbe el más mínimo indicio de fatiga, a lo largo del álbum tiene su comienzo en lo que ya se ha convertido en toda una tradición del combo: rendir homenajes a Hasel Adkins adaptando uno de sus temas. De él precisamente es un “I’m in Misery” que, partiendo de su estructura de blues tradicional del Delta, acaba arrastrado por la más cenagosa y virulenta superficie de la mano de las siempre impetuosas cuerdas vocales de Matt Horan, líder de los cambiantes Dead Bronco, aquí presente como invitado de lujo.
A partir de ese momento será el rock and roll y/o el rockabilly quienes se hagan con la batuta del desarrollo del disco. Géneros que en manos del cuarteto adquieren un registro feroz y crudo, devolviéndoles así su irredento y rebelde espíritu original, aunque para ello sea necesario añadir a dicha tradición detalles extraídos de otros estilos y épocas. Una condición que quedará plasmada en el acogimiento de unos registros más clásicos, los que sustentan el legado de bandas como Stray Cats o The Blasters, que merodearán entre la nostalgia campestre (“Text Me When You Get Home”), la perfecta escenificación del canon (“Pizza & Fairy Tales”) , e incluso la declaración de intenciones que es “I Was Born Ready (to RnR)”, también en el irrefrenable espíritu punk-rock que le invade a lo New York Dolls.
Sin dejar de lado nunca esa parte más ortodoxa, necesaria para atraer hasta nuestro presente todos aquellos sonidos surgidos con rabia hace más de medio siglo, este álbum en ningún momento aceptará cualquier tipo de encorsetamiento ni redundancia. Por eso, aunque un tema como el excelente “She Devil (With the Polka Dot Bikini)” maneje ciertas normas comunes, destaca principalmente por una embriagadora atmósfera oscura que se puede rastrear a través de formaciones oriundas de las Antípodas, pensemos por ejemplo en Scientists. Sumando ingredientes a una cada vez más rebosante oferta, se abrirán hueco por su explicita potencia el rhythm and blues, igual de cercano a Dr Feelgood que a los primeros Mermelada, “Free at A Great Cost” o una “So Blonde, So Beautiful, So Bad” cimentada sobre un sabor garagero en el que es imposible no imaginar a los Oblivians. Incluso, y como si de un fin de fiesta en el que se van apagando las luces se tratara, habrá espacio para un cierre como “A Good Girl is So Hard To Find” donde prima lo melancólico.
Help Me Devil, están de vuelta, y lo han hecho armados de intensidad e invocando a leyendas -varias de ellas retratadas en la bonita portada del disco- como las de un tal Robert Johnson, Aquel mediocre bluesman que encontró la clase y el talento a través de su pacto luciferino. Por eso quizás habría que preguntarse, pese a tenernos acostumbrados a pasadas grandes entregas, cómo ha logrado Parlange y su lujosa troupe concebir un disco febril e impetuoso como éste, aunque quizás todos sepamos ya la respuesta y conozcamos el nombre del misterioso personaje al que decidieron pedir ayuda en algún cruce de caminos….
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.