Cada día estoy más convencido de que lo mejor de esteprimer trabajo de Rob Zombie es el libreto. Sin ser este nada del otro mundoen cuanto a originalidad estilística se refiere, las fotografías,dibujos, anuncios de máscaras y textos no están mal y, sobretodo, reflejan el universo de latex, vampirillas de buen ver, cicatricespurulentas y terror añejo que circula por las estropeadas neuronasde este master de los avernos. Igual de terrroríficos acaban resultandolos trece cortes del disco, pues pocas cosas infunden más miedo quela reiteración de esquemas: esa incapacidad total para dar un pasoadelante en tu música disco tras disco. Un estancamiento que, encasos visuales tan extremos como este, acaba condenando a la patéticay algo esperpéntica parodia del personaje de marras ñya seaun Zombie, una sanguinolienta Alicia o un travesti cibernético-.Así, poco o nada nuevo nos ofrece este trabajo que Rob, no hubierahecho ya, con sus compañeros de White Zombie. Por eso a uno sólole quedaba el morbillo de poder presenciar su espectacular y demoledorapuesta en escena. Puesto que esa visita, finalmente cancelada, era el únicoaliciente para acercarme a este monolítico compacto, mejor serácolocarlo de nuevo en la estantería a la espera de una ocasiónmás infernal.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.