Custodiada con el celo que se le dispensa a los grandes acontecimientos, la exigua discografía de Vahsti Bunyan añade otro capítulo esencial a su propia leyenda con este “Heartleap”. En esencia, se trata de su vuelta nueve años después de que “Lookaftering” (05) certificase el asombroso estado de conservación de su propuesta, por fin recibida con expectación y regocijo por parte de toda una generación que desenterró su debut de 1970 (“Just Another Diamond Day”) en la certeza de que sus enseñanzas no habían caído, ni mucho menos, en saco roto. Si alguna vez el freak folk se perfiló como una de las licuaciones sonoras más particulares de lo que llevamos de siglo, reconocible en sus nutrientes pero singular en su destilación, fue gracias a obras como la suya. Y al redescubrimiento de la misma por parte de una amplia nónima de músicos, que la elevó al olimpo en el que ya habitaban The Fairport Convention, The Incredible String Band, Pentangle o Nick Drake. Y en esas lides, Bunyan sigue perfilando una dimensión sonora enteramente ajena al mundo en el que vivimos, instalada en esa voz que balancea entre el gorjeo y el susurro, al servicio de pequeñas miniaturas de folk bucólico y espectral, con una clara denominación de origen.
La instrumentación sigue espartana y sus atmósferas igual de evanescentes, conjugando milagrosamente la fragilidad de su propio hilván con la fuerza telúrica de sus melodías, quebradizas e hipnóticas odas a un mundo aparte, cuya fertilidad se traduce tanto en su descendencia (¡cuánto ha podido aprender de ella Joanna Newsom!) como en el propio carácter seminal de la saga a la que pertenece: anuncia que este será su último álbum, el tercero y definitivo de la serie (en nada menos que cuarenta y cuatro años), y lo cierto es que no se nos ocurre mejor corolario.
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