Hear The Lions Roar
DiscosHalf Japanese

Hear The Lions Roar

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 16-01-2017
Empresa — Fire Records
Género — Rock

Hay carreras que se explican por sí mismas, sin necesidad de atender al contexto ni mostrar permeabilidad alguna a las modas. La de Jad Fair y sus Half Japanese es una de ellas: ya pueden pasar cuatro décadas, que su desvencijado y oblicuo sentido del pop no pierde propiedades. Más bien al contrario, porque si bien el virtuosismo seguirá siendo para ellos eterno anatema -y ese es uno de sus principales encantos- , sí que puede decirse que el paso del tiempo ha ido logrando que sus temas brinden unos contornos que encajan con un formato más reconocible y pulido de canción, pese a la absoluta libertad con la que se manejan en esa especie de burbuja atemporal que les envuelve.

Con más de 60 primaveras ya, Fair y los suyos (Gilles-Vincent Rieder, Jason Willett y Mick Hobbs, los tres secuaces que le acompañaron en su última gira por España hace tres años, más la guitarra de John Sluggett) siguen inmersos en una cruzada que a estas alturas ya no podría pretender hacer prisioneros reclamando su ascendiente sobre las camadas lo fi de los 90 (el arco que va de Beat Happening a Sammy, pasando por Sebadoh, Pavement o Guided By Voices), la escuela escocesa del anorak pop (The Pastels, Eugenius, BMX Bandits) e incluso la entusiasta reivindicación que de ellos hacía Kurt Cobain.

Su guerra, transitando ya por su decimosexto álbum de estudio, no es esa. Se conforman (que no es poco) con seguir expidiendo efervescentes melodías de esquivo y desmañado poder de seducción, que enganchan cuando se despachan con esa urgencia tan chocante para su edad (“Wherever We Are Led”, “Here We Are”, “On Top”, “Hear The Lions Roar”), pero también cuando relajan el metrónomo al servicio de historias de ciencia ficción que Fair relata con canónica dicción loureediana (“The Preventers”) o cuando se ponen juguetones, rescatando esos teclados de baratillo que barnizan de casero magnetismo algunos temas (“On The Right Track”, tan Yo La Tengo) mientras en otros se marcan deliciosas divagaciones que atemperan con tino tanta jovialidad (“Super Power”). Buenas muestras de que su escritura tiene la madera de los clásicos, aunque su sino sea quedar trazada desde los márgenes.

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