La banda de Los Ángeles regresa con su cuarto disco “Slaves Of Fear” un disco que coquetea lujuriosamente con el metal, comenzando por su portada incendiaria y terminando por una serie de riffs endiablados y baterías percutoras. Sin embargo, este trabajo también está cargado de medios tiempos que contrastan demasiado con sus cortes más poderosos, dando una sensación de deshinche conforme se avanzas en su escucha.
La locura que supone el trayazo inicial de “Psychonaut” contrasta con la delicada voz de Jake Duzsik en “Feel Nothing” que recupera la fuerza solo en algunos fragmentos. Reptando llegamos a “God Botherer”, pesada y plomiza hasta que revienta al más puro estilo Ministry para sorpresa de los tímpanos más acomodados. “Black Static” se antoja como uno de los cortes más “dulces” de este trabajo sinuoso, oscuro que transita dudoso entre explosiones enérgicas y letras depresivas. La soledad, la muerte y el miedo el miedo se entrelazan entre sintetizadores industriales generando un resultado irregular y en algunos momentos hasta incómodo. El comienzo de “Loss Deluxe” recuerda irremediablemente al “Machine Gun” de Portishead, brillante, pero once años después. “NC-17” funciona más como un interludio descafeinado hacia “The Message” uno de los cortes más melódicos y enfocados a una pista de baile bruta y ruda.
Sorprendente es descubrir que hasta han tenido tiempo tontear con arreglos trap en “Rat Wars” para retomar el ritmo con una gloriosa “Slaves of fear” una lección impecable de lo que es el sonido “Healt” concentrada en casi cinco minutos. Es imposible negar la personalidad y la calidad de la banda californiana pero quizás hayan sido esclavos de sus propios miedos al repetir fórmulas que ya exploraron sabiamente en trabajos anteriores como “Death Magic” o su laureado “Get Color”.
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