Desconcertantes y provocadores como de costumbre HEATLH lanzan la segunda parte de DISCO4, sucesor de la primera referencia de la saga, de 2020. Continúan en plan camaleónico, mezclando su electrónica oscura, popera y experimental con los antojos y talentos de los invitados que tienen en cada una de las canciones.
Suena a puñetazo sobre la mesa la decisión de hacer de las colaboraciones con Lamb of God, Nine Inch Nails, Ekkstacy y Poppy los cuatro adelantos del álbum. Sus guiños metaleros del pasado, terminan de salir del armario en “COLD BLOOD” en la que Randy Blythe, ese personaje tan querido en el nuevo metal, desgañita con todas las de la ley y ayuda a dar forma a una auténtica demostración de poder, poco original, sí, pero poder al fin. Mientras los temas con Poppy (“Dead Flowers”) y Ekkstacy (“Still Breathing”) recuerdan a los caminos recorridos en “Death Magic” (2015) -aunque el growl de Poppy es colosal dentro de la atmósfera ambient-doom del tema- la colaboración con Nine Inch Nails, de quienes la banda dicen haber aprendido mucho cuando les hicieron de teloneros, no desentona en nada con el catálogo de la bestia creada por Trent Reznor: voces filtradas, bajos estrepitosos, deseos oscuros y machaques hipnóticos. O sea, una canción muy interesante pero en la que HEATLH parecieran estar de más.
En “MURDER DEATH KILL” se atreven al cada vez más popular trap-metal y lo hacen con resultados dispares dando la sensación de que aún no son ellos quien logren la repartija justa entre sordidez urbana y vociferaciones infernales. Se navega el resto de la placa entre varios temas que ostentan cierta solidez (“IDENTITY”, la interesante colaboración con The Body “AD 1000”, “THE JOY OF SECT”) y algunos intentos poco relevantes (“EXCESS”, “THESE DAYS 2.0.2.1.”)
En "DISCO4: PART II", HEATLH parecieran seguir intentado vestir a su sonido de distintos elementos y como todo el mundo, un día lucen un magnifico composé y otro parecen haber ido a por su 'outfit' al Rastro madrileño un domingo por la mañana de gran resaca.
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