Requiem
DiscosHead Holes

Requiem

7 / 10
Kepa Arbizu — 26-03-2025
Empresa — Guns Of Brixton
Género — Punk Rock

Si trascendental para la supervivencia de cualquier idioma musical, y más todavía si tiene su anclaje original en décadas pretéritas, resulta su arraigo entre las nuevas generaciones, no lo es menos demostrar una ductilidad suficiente como para ser reproducido asumiendo su pertenencia al momento actual. Por eso, la relevancia de esta reunión de veinteañeros bajo el nombre de Head Holes, más allá de su indiscutible talento, radica en transformar ese virulento lenguaje eléctrico alojado entre pasajes de la historia en vehículo propio de expresión artístico y vital. Una aptitud ya demostrada sobradamente en su predecesor disco largo, “Decade of Decay”, a la sazón debut en dicho formato, y que en su nuevo trabajo traslada incluso a la importancia concedida al concepto global de álbum, una unidad argumental que en estos tiempos de ansiosa inmediatez y dictadura del single significa una anormalidad digna de ser celebrada.

Asumiendo que la juventud, como escenario existencial, es proclive, o así debería de ser, a la insumisión respecto a los dogmas establecidos y a la constante búsqueda de retos, que incluso lleguen a cuestionar la propia identidad, el cuarteto bilbaíno, pese a respetar en esta actual grabación su agitada y cruda personalidad, no duda en exhibir esa lógica inquietud por descubrir, y cuestionar, los límites de su formulación. Un proceso de aprendizaje innato a cualquier proyecto de cariz creativo pero que, durante sus etapas iniciáticas, sublima su coraje para desdeñar la comodidad. Paradójicamente en este caso la valentía para llevar sus riffs de guitarras a paisajes de diferente calado y textura ha significado en paralelo asumir la necesidad de convertir sus composiciones en tratados más concisos y directos, rastreando con mayor nitidez el destino pretendido y sobre todo materializando el recorrido más directo para lograr su conquista. Una senda que otra vez es atravesada en compañía de una producción recalada en manos de Martín Capsula.

Pero la versatilidad y multiplicidad de atmósferas que acuden a este disco no solo competen a un ámbito estrictamente sonoro, porque hay en todo su concepto global la articulación de un hilo vertebrador que ejerce de narración fragmentada. Absorbiendo su imaginario el inquietante entorno “kafkiano”, los cauces de control social señalados por Orwell o Anthony Burgess e incluso la distopía represiva de Philip K. Dick, cada pista del álbum funciona como un capítulo integrado en la narración del periplo emprendido por un individuo sometido a un proceso de “desintoxicación” con el fin de anular sus recuerdos y convertirlo en un engranaje apto para el buen y servil desempeño de funciones. Un lúgubre relato que nos sitúa en ese primer día tras su salida del centro y el choque que sufrirá cuando paulatinamente su memoria comience a aflorar y sus sentimientos se rebelen contra el lavado de cerebro al que han sido sometidos.

En ese contexto toma especial relevancia el inaugural tema, “New Beginnings”, que bajo su título nos hace partícipes de ese reencuentro con la realidad encarnado musicalmente bajo el loable desparpajo -norma común en todo el repertorio- que supone un desprejuiciado manejo, asumiendo a modo de celebración el declive de los metarrelatos musicales, de su bagaje. Eso se trasluce en que sus dos piezas iniciales, que se completa con “Hide!”, signifiquen una toma de contacto exhibida con el feroz ánimo que alimenta a la formación. Despliegue de fuerzas que además se nutre de espacios provenientes desde diferentes ubicaciones, geográficas y temporales, suponiendo su aliento inspiracional un legado recibido simultáneamente por New York Dolls, Backyard Babies o The Stooges. Clarividentes referencias que nos conducen hasta un ilustre punk-rock que dejará su huella en “Stuck”, por la que también pueden asomar indicios de The Vibrators, y que alcanzará un estado de estampida hardcore, una tierra quemada tras el paso, por ejemplo, de D.O.A., Bad Brains o incluso Minor Threat, que convierte la triada formada por “Relieve”, “No No No” e “Hikikomori” en un huracanado grito de rabia.

Al igual que la existencia cotidiana de cualquier persona está sujeta a las lógicas alteraciones de sus ritmos circadianos, el ficcionado maestro de ceremonias de estas canciones no lo es menos, y como tal, su banda sonora acompaña fielmente a ese incierto itinerario. De ahí que “Nightclub” represente sus lúdicos pasajes envuelto en un ambientes funky, donde el bajo pasa de golpear distorsionado a desplazarse pimpante por la pista de baile, encomendado por igual a The Vaccines o Kasabian, y su continuadora, “Over and Over”, transformando esos destellos que anidan en las largas noches en descubrimiento romántico, se exponga sobre el melódico y pegadizo paso contemporáneo deudor de propuestas más comerciales, y no por eso desdeñables, como las de Good Charlotte o AFI. Un intervalo iluminador que sin embargo pronto es engullido por las fauces sombrías, representadas por la épica melancólica del Nu metal alojada en “I Don’t Shine”. Si hasta ese momento la figura de Green Day se había espolvoreado, en su vibrante naturaleza o con su persuasiva armonía, en diversos temas, su carácter protagónico llega precisamente con el cierre. Un último movimiento visibilizado en la acústica -con repunte eléctrico- y emocionante “Savior“, que entorna la puerta de este impetuoso y enérgico recorrido sin estruendos, como suelen acabar las historias reales, desvaneciéndose esa luz que brota por la rendija de la puerta.

Head Holes firman un desinhibido y arrogante, en el mejor sentido de una palabra necesaria cuando se trata de trazar el camino propio, disco que asume con rotundidad que la identidad de la banda, ya dotada de absoluta representatividad, soporta sin perjuicio alguno hacer girar la brújula hacia innumerables influencias llegadas desde otros tantos orígenes. La evidente y admirable determinación por aceptar que su currículum debe estar en constante agitación formal confiere a su sello característico la facultad de mostrarse siempre suculento para el oyente. Un consistente trazado de diversas tonalidades que por si fuera poco acoge la necesidad de expresarse también bajo certera simbología social, utilizando las viñetas musicadas de esta historia como espejo de una sociedad tardocapitalista que extiende sus redes con afán homogeneizador. Un “Requiem” colectivo entonado con flexible vigor que en lo que respecta a su logro artístico es sin duda un canto de júbilo.

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